Crítica de SensaCine.com para El viaje del emperador: Pingüinos heroicos

¿Qué diferencia 'El viaje del emperador' de tantos otros documentales sobre animales que no han conseguido estrenarse en cines ni obtener un Oscar? La clave de su éxito no se debe tanto al espectacular trabajo de producción que llevó a los responsables del film a permanecer durante un año en el Polo Sur para seguir el peregrinaje reproductivo de estas aves como a todo el proceso de dramatización a que se somete su comportamiento animal.

'El viaje del emperador' antropomorfiza a sus protagonistas para convertirlos en los héroes de su propia evolución natural. Con ayuda de una enfática banda sonora, la película atribuye a los pingüinos toda una serie de registros humanos: resultan divertidos, románticos, tiernos, torpes, tristes y juguetones. En su épico viaje hacia la conservación de la especie incluso llegan a convertirse en depositarios de una supuesta serie de valores ejemplares como la monogamia (seriada), la ayuda mutua para la supervivencia, el reparto de tareas entre macho y hembra o el sacrificio por la supervivencia de las crías. La película incluso suaviza cualquier elemento que, más allá de las condiciones meteorológicas extremas, nos recuerde la dureza de la vida salvaje (la voz en off comenta que debido al clima los animales más viejos a veces "se duermen y desaparecen", la cámara y la voz silencian si esa ave depredadora se acaba zampando al polluelo que atrapa...). A pesar de este tratamiento edulcorante, hay que reconocer que resulta imposible zafarse al encanto de estas aves chaplinescas. Pero, ¿para cuándo una versión queer y nihilista dirigida por Werner Herzog?

A favor: El grandioso espectáculo de la naturaleza y la capacidad enternecedora de los pingüinos.

En contra: El tono de corrección política.