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    Instinto Básico 2: Adicción al riesgo
    Críticas
    0,5
    Pésima
    Instinto Básico 2: Adicción al riesgo

    La nostalgia de una entrepierna

    por Covadonga G. Lahera

    Lo que más teme uno cuando empiezan a desaparecer los títulos de crédito finales de Instinto básico 2: Adicción al riesgo es que su protagonista, la novelista y "calientapollas" Catherine Tramell, siga vivita y coleando por ahí y que a algún realizador le dé por continuar sus andanzas en una tercera entrega. Esto supondría prolongar más aún si cabe la agonía de un thriller erótico que fundió todos sus cartuchos 24 años atrás en el célebre cruce de piernas de Sharon Stone en el Instinto básico de Paul Verhoeven, cuando Michael Douglas aceptaba ser comparsa.

    Las motivaciones artísticas de esta secuela que dirige Michael Caton-Jones debieron de ser exiguas y el resultado es un filme rotundamente prescindible, para lucimiento exclusivo de la actriz protagonista, con un guión pretencioso y tedioso, lleno de torpezas y vueltas de tuerca gratuitas. El sexo, la muerte, la velocidad, el riesgo... adicciones de la protagonista, puestas en escena con poca gracia y a partir de los esforzados movimientos de una Stone empecinada en monopolizar la pantalla. Instinto básico 2, tan vacía como los subrayados erótico-freudianos a través de los planos del fálico Guerkin londinense.

    A favor: En comparación, uno podría reivindicar Instinto básico como una obra maestra.

    En contra: Su vacía e insustancial pretenciosidad, además de su terrible guión, la hacen absolutamente prescindible.

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