Crítica de SensaCine.com para Corazones solitarios: Neonoir fallido

La historia de Martha Beck y Raymond Fernandez, una pareja de enamorados que asesinaba a viudas solitarias para quedarse con su dinero, ha sido llevada varias veces al cine. La versión de Leonard Kastle 'Los asesinos de la luna de miel' (1970) es un clásico del cine de culto, mientras que Arturo Ripstein explotó el acento hispano del suceso en 'Profundo carmesí' (1996).

El director Todd Robinson, descendiente directo de uno de los policías implicados en el caso, decidió abordar la historia desde el punto de vista de los investigadores y aprovechó que los sucesos tuvieron lugar a finales de los años cuarenta para construir un fallido neonoir. La película se centra de esta manera en el personaje del detective Robinson (John Travolta), un hombre atormentado por la muerte de su mujer que junto a un colega deciden llegar hasta el fondo del sospechoso suicidio de una mujer solitaria.

Robinson intenta llevar a cabo un ejercicio de cine negro a la vez sórdido y profundo. Por un lado, las andanzas de la pareja de asesinos le permiten dibujar un retrato nada complaciente de la América posterior a la Segunda Guerra Mundial. Por el otro, intenta canalizar en el dolor de un policía el sufrimiento de las mujeres asesinadas. Desafortunadamente, 'Corazones solitarios' resulta mucho menos negra de lo que pretendía. Para encarnar a los matarifes enamorados, Robinson apuesta por dos actores atractivos que se disfrazan histriónicamente para parecer pobre diablos. En ningún momento consigue el directo captar el oscuro y deprimente atractivo de esta pareja formada por un seductor de medio pelo y una mujer obesa e hirsuta que se movía fuera de los cánones de la sociedad también en lo que a imagen se refiere. Y el drama del policía traumatizado tampoco traspasa la pantalla. Parce solo justificar esa imagen frontal y abyecta de la ejecución del asesino en la silla eléctrica. Como si la pena de muerte fuera un consuelo...

A favor: Martha Beck regocijándose en el olor a muerto de su recién ejecutado amante.

En contra: La escena de la ejecución de Fernández.