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    El Doctor Frankenstein
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    David Filme
    David Filme

    16.229 usuarios 262 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 29 de agosto de 2020
    "El Doctor Frankenstein" es probablemente la mejor película del legendario ciclo de monstruos clásicos de la Universal, dirigida po James Whale y donde nos presenta el que sería uno de los iconos del cine de terror, Boris Karloff. El film definitivamente supuso un gran impacto en el cine de esa época, a parte de constituirse, junto a “Dracula” de Tod Browning, en piedra angular del cine de terror de todos los tiempos, influenciando y conformando decididamente el género e iniciando una década dorada para el siempre vapuleado y cuestionado arte de aterrorizar, en la década de los 30s y 40s, principalmente. La película, en realidad, está basada en una obra de teatro presentada por Peggy Webling, en 1927, y no en la inmortal novela de terror escrita por Mary Shelley, bajo el título de “Frankenstein; or, The Modern Prometheus” (1818). De esta forma, el guión de Francis E. Faragoh y Garrett Fort tiene el mérito de presentar la historia de forma más abordable y entendible para el público, despojando a la historia de Shelley de todo el trasfondo filosófico que envuelve la psique y el trabajo de Víctor Frankenstein, y asegurando un mayor impacto en el "respetable público". No se puede dejar de destacar que a diferencia de otros clásicos de terror de la Universal, ha sido el que mejor ha envejecido, provocando impacto incluso en estos días, claro, guardando las proporciones.

    Todos sabemos que los gustos y miedos de la gente van cambiando de generación en generación, por lo que costaría en nuestros días asustarse con el monstruo de Frankenstein. Pero no deja de ser impactante la frialdad cómo el Henry Frankenstein de esta versión (no Víctor, como en la novela original) concibe su obsesión por crear vida a partir de la muerte y su falta de claridad en las consecuencias de sus experimentos. La escena en que lanza a la niña al lago es realmente brutal y conmovedora, al mismo tiempo, y, sin embargo, no es un acto de maldad, porque no es premeditado. De la misma forma, cuando mata a Fritz, lo hace en defensa propia, cansado de que éste lo atormentara con el fuego, que el monstruo no conoce. Hay mucho de ingenuidad en este ser, que juega con la luz que entra por el tragaluz de la torre en la que trabaja Henry Frankenstein y las flores que la niña le regala para que jueguen. Entonces, no es descabellado decir que el monstruo de Frankenstein despierta más compasión que rechazo o algo peor. Por otra parte, no se puede dejar de destacar los aspectos técnicos de este gran film. Para empezar, el trabajo de cámara de Whale y la fotografía de Arthur Edeson es sencillamente brillante, enfocando una mayor variedad de ángulos y utilizando la cámara en riel que persigue el objetivo y no se limita sólo a enfocarlo.

    El maquillaje y las prótesis metálicas que Karloff soportó dignamente, y que le significaron problemas médicos de por vida, son realmente antológicos y reflejan un trabajo profesional aunque limitado a los adelantos de la época, por parte de Jack Pierce. Hasta la fecha, existe controversia por quién es el creador del concepto visual del monstruo, si Whale, el director, o Pierce, el maquillador. Lo más probable es que sea el segundo, el artista que pasaría horas maquillando a Karloff. Por su parte, la genial escenografía diseñada por Herman Rosse con la torre abandonada del Castillo de Goldstadt y el molino gótico, en especial, y el diseño del laboratorio de Frankenstein son, hasta nuestros días, iconos de la ambientación de terror/ciencia ficción, que reflejan notables influencias del cine de expresionismo alemán. Según se dice, la película original no contaba con banda sonora, sin embargo, las versiones que han llegado a nuestros días, sí la tienen y adjudican su autoría a Carl Laemmle Jr. Sea como sea, la cinta tiene una banda sonora clásica, perfecta para condimentar los momentos de terror y tensión máxima, al final especialmente, en la escena del molino en llamas. Honestamente, hay muy poco que criticarle a esta tremendo film, quizás uno que otro momento de incongruencia, como por ejemplo cómo Henry Frankenstein está tan tranquilo en su boda sabiendo que su criatura puede escapar del cuidado del Dr. Waldman, lo que al final ocurre. Pero en fin, nada que la manche realmente.

    Las actuaciones son notables, Whale expone a un Henry Frankenstein totalmente demente, obsesivo e irresponsable, en una gran actuación de Colin Clive dispuesto a crear vida sólo para desafiar a su ex profesor en la universidad, el Dr. Walman, interpretado por un correcto Edward Van Sloan y jugar a ser Dios y satisfacer su ego de científico. Un tipo absolutamente demente, que encuentra en su novia Elizabeth, interpretada por Mae Clarke y en su amigo Víctor Moritz, quien pretende a su novia por cierto, encarnado por John Boles, dos testigos bastante pasivos en las demostraciones del ego de Henry, por lo que éste sólo debe lidiar con la curiosidad de Dr. Waldman y la débil autoridad de su padre, el Barón Víctor Frankenstein, a cargo de Frederick Kerr y apoyado por su asistente, el jorobado Fritz, interpretado por el genial Dwight Frye. No, no me he olvidado de Boris Karloff, sólo que quería dejar lo mejor para el final. La historia dice que Bela Lugosi rechazó el papel del monstruo de Frankenstein porque no tenía diálogos y porque no quería pasarse 4 horas sentado siendo maquillado. Su decisión hizo que surgiera uno de sus más importantes “rivales” en la industria, William Henry Pratt, el gran Boris Karloff, quien comenzó a cimentar su leyenda en este film.

    En definitiva, estamos ante un filme merecedor del lugar que tiene en la historia del cine, por su esmerada elaboración y por su profundo significado. Whale se emparenta con los expresionistas alemanes que tan valiosos aportes habían hecho al cine, logrando una ambientación gótica con excelentes exteriores y la más efectiva iluminación. Un clásico entre los clásicos, no sólo del cine de terror y ciencia ficción, sino del séptimo arte por su pragmatismo y pionera narrativa.
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