William siente que la vida para él ha terminado. Tras recibir un diagnóstico médico, se verá obligado a comer mejor, dejar el alcohol y hacer deporte. Pese a que en su vida todo está bien y ha empezado a trabajar en una serie juvenil, él se convence de que se va a morir. Su paranoia y sus quejas crecen hasta que Juliana, su esposa, le da una lección. Y claro, William termina separado y viviendo con Andrés, su mejor amigo. Juntos, sacándose de quicio pero también apoyándose, tendrán que aprender a encontrar su lugar en un mundo que ya no está hecho para machos como ellos.