Dede Allen comenzó su carrera cinematográfica como mensajera de Columbia Pictures en 1943. Durante aquellos años de guerra, el sistema de jerarquía de los estudios se relajó un tanto y las mujeres pudieron ganar parcela en áreas que tradicionalmente dominaban los hombres. En corto espacio de tiempo, pudo avanzar desde aprendiz, pasando por ayudante de montaje y llegando a ser montadora de sonido.

En 1950, se trasladó a Nueva York junto a su marido, Stephen Fleischman, quien trabajaba en documentales de noticias para televisión. Allí, se convirtió en montadora de largometrajes.

Para Arthur Penn, alcanzó a montar seis largometrajes; tres para Sidney Lumet; dos para George Roy Hill; dos para Paul Newman; y uno para cada uno de los siguientes: Elia Kazan, Robert Rossen y Robert Wise.

Innovadora de estilo, Allen recuerda que cuando comenzaba a hacer décalage de sonido en los 50, es decir la banda de sonido se avanzaba a la imagen en el montaje- "…tenía que advertir a mis montadores de sonido que no tocaran eso, que no se trataba de un error de sincronía, sino que yo lo quería exactamente así." Las asombrosas transiciones de su enérgico montaje en Bonnie y Clyde, con fundidos de cierre y cambios bruscos de imagen, se han imitado desde entonces.

En 1992, Allen regresó a Los Ángeles para convertirse en una ejecutiva creativa de producción para Warner Brothers, encargándose de revisar desde las tomas diarias hasta los estadios de postproducción. "No montaba, pero colaboraba con los montadores y directores" -nos comenta.

En 1996, Allen fue elegida por la rama de montadores cinematográficos para que integrara la junta directiva de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood.

Dede Allen jugó un importante papel en el proceso de dar forma a muchas de las más valoradas y excelsas películas de nuestro tiempo, y en la consecución de reconocimiento para el montaje de las películas tanto como un arte como labor artesana. Fue la primera en lograr una posición para el montador en los créditos de obertura de un film, junto con el director de fotografía, el guionista, y el director.

En 1999, Dede dejó su cargo como ejecutiva en Warner Brothers para regresar a su primer amor profesional, el montaje cinematográfico, y montó Jóvenes prodigiosos (Wonder Boys, 2000) para el director Curtis Hansen y el productor Scott Rudin.

Tras siete años como ejecutiva de Warner Brothers, Dede goza de nuevo de su ocupación favorita como montadora de cine.