De hecho, Lucas quería que Indy fuera un ligón y que fuera continuamente a discotecas, cuando aún se apellidaba Smith. Que la película acabara siendo un éxito y dirigida por Steven Spielberg fue una carambola del destino.
Todos conocemos al bueno de Indy. Después de cinco películas, una serie de televisión precuela y varios videojuegos, cualquiera podría distinguirle del resto de héroes de acción, si no fuera porque, al principio, distaba mucho de serlo. De hecho, George Lucas, que quería imitar a los seriales de los años 30 y 40 que veía como niño, concebía a su héroe, "Indiana Smith", como un arqueólogo ligón a la vieja usanza, el tipico mujeriego que no paraba de salir de noche. Por suerte, hubo alguien para decirle "Así no, George".
Indiana Jones y... ¿algo?
Ese alguien fue Philip Kaufman, amigo del director y guionista, que trabajó en la historia durante dos semanas y quitó la parte de que fuera mujeriego y dueño de una discoteca, sugiriendo que, en lugar de definirle por sus aventuras casquivanas, podría hacerlo por su búsqueda insondable del Arca de la Alianza. La idea le vino a Kaufman tras charlar con su hematólogo, Raphael Isaac, sobre los milagros bíblicos.
De hecho, Isaac había escrito libros explicando que objetos como el Arca existieron en la vida real y, de hecho, esta era una radio que permitía, aparentemente, comunicarse con Dios a través de las ondas. De hecho, tenía estatuillas del Arca y otros objetos en su despacho, y de ahí salió la conversación. Y con el Arca llegaron, claro, los nazis, debido a la fascinación de Adolf Hitler por lo oculto. Todo estaba unido.
Solo faltaba que Kaufman, que conocía y amaba la historia, dirigiera la película por Lucas. Sin embargo, ya se había comprometido con El Fuera de la Ley y la cosa quedó en barbecho hasta que Steven Spielberg, que se acababa de quedar fuera de dirigir una cinta de James Bond, aceptó hacer su versión de En busca del Arca Perdida. El resto ya os lo sabéis de sobra, ¿verdad?