Puede que si te hablamos de 'Can I Do It... 'Til I Need Glasses?' no te suene de nada, pero marcó el inicio de la carrera de uno de los actores cómicos más increíbles del mundo, un torbellino de humor constante
En 1975, Estados Unidos había tirado ya el Código Hays por completo y se había abierto al sexo. Las comedias picantes se amontonaban, con títulos larguísimos como Todo lo que quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar o I could never have sex with any man who has so little regard for my husband. Solo así se entiende la existencia de algo como If You Don't Stop It... You'll Go Blind!!!, una comedia picante que transcurría durante la entrega de los premios World Sex. A la crítica no le gustó nada, pero ganó tracción en las universidades y acabó recaudando 4 millones de dólares. Suficiente para aprobar una secuela y meter en ella, aunque fuera de rebote, a uno de los mejores cómicos energentes del momento: un tal Robin Williams.
Puede hacerlo sin gafas
Dos años después, en 1977, viendo el éxito de aquel primer conjunto de sketches sexuales, el mismo equipo decidió lanzar Can I Do It...til I Need Glasses?, que, esta vez sí, no interesó a nadie. Sin embargo, los productores acertaron al dar un papel a Robin Williams, un cómico de stand-up que estaba empezando a revolucionar la escena de Los Angeles: cobró 150 dólares, hizo dos papeles distintos... y ambos se cortaron en el producto final. La película se estrenó y fue un fracaso absoluto, pero eso no fue todo.
En septiembre de 1978, Williams saltó a la fama mainstream gracias a Mork y Mindy, y decidieron rescatar sus escenas y volver a lanzar la película, pero poniéndole como si fuera el protagonista. Obviamente, el actor y su equipo les impusieron una demanda. Finalmente, los productores aceptaron modificar los anuncios de televisión y prensa, quitando su nombre de primer plano y añadiendo su foto y el texto "Y por supuesto... Robin Williams". Picaresca pura.
No es que Williams se preocupase demasiado porque consiguió el éxito en los años venideros, y nunca más tuvo que preocuparse por protagonizar películas sexuales donde solo hiciera dos papeles mal pagados. El resto ya os lo sabéis: uno de los actores más queridos del mundo, que acabó prematuramente con su vida. Y once años después seguimos queriéndole igual.