Críticas
3,0
Entretenida
Oldboy

Apología del remake innecesario

por Alejandro G.Calvo

Estamos todos de acuerdo: el Oldboy (2003) de Park Chan-wook no necesitaba un remake. Ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes –aquel año, presidido por Quentin Tarantino-, la cinta coreana adquirió rápidamente categoría de cult movie gracias a su explosiva mezcla de violencia desaforada, una estética poliédrica fidedigna a la imagen más cool posible (videoclip, videojuego, anime, etc) y un giro argumental final de los que le vuelan la cabeza al espectador. Es evidente que nadie puede detener a día de hoy la churrería hollywoodiense de rehacer películas extranjeras a su gusto y demanda, aunque casi se podría asegurar que hay tantos despropósitos –Vanilla Sky (2001), Pulse (2006), Bangkok Dangerous  (2008)-, como empates tácticos –The ring (2002), Funny Games (2007), Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres (2011)- y éxitos indiscutibles –La cena de los idiotas (2010), Passion (2012), Infiltrados (2006)-.

Por suerte para nosotros para este Oldboy 2.0 los productores han puesto tras las cámaras a un hombre del talento (y la osadía) de Spike Lee y, delante de ellas, a un tótem del cine americano contemporáneo –tanto por la tremenda presencia que posee en pantalla como en su cada vez mejor quehacer interpretativo- como Josh Brolin. Dando como resultado una película alejada de cualquier tipismo o cliché mainstream hollywoodiense y que trata con máximo respeto el material primigenio del que parte. Hasta cierto punto Lee parece haberse fijado en Werner Herzog y su remake del Teniente corrupto (1992) de Abel Ferrara, a la hora de crear una película sin ningún tipo de tabúes, que respira una libertad encomiable pese a tener medidos todos y cada uno de sus pasos. Y es que si un remake "made in Hollywood" es sinónimo de la relajación de las formas más violenta y/o sexuales, Lee decide virar 180 grados dicha máxima y crea una película aún más bizarra que la de Park: brutales peleas colectivas –la que tiene lugar justo tras su encierro es magnífica-, torturas físicas y psicológicas, familias incestuosas, así como una ingente cantidad de sesos, hígados y litros de sangre, todo ello volcado sin ningún tipo de pudor sobre la pantalla.

Lee (re)construye Oldboy sin temor al naufragio o al oprobio. Estiliza secuencias –la ya icónica pelea a martillo-, sublima otras –todo el encierro es absolutamente magistral- y se estrella en unas pocas –la parte final cojea sensiblemente-. Todo ello manteniendo una tensión narrativa y un dominio del flujo dramático de lo más subyugante, sin desdeñar esas mínimas dosis de humor negro que convierten en aceptable tanta barbarie sanguinolenta. Vamos, que para ser un trabajo de encargo, lo ha bordado.

A favor: Su primera media hora, con Brolin como único actor en pantalla.

En contra: Su última media hora (excepto para los que no hayan visto el film original).