Críticas
4,0
Muy buena
El topo

Lecciones de ajedrez

por Alejandro G.Calvo

Tras convencer a medio mundo con su anterior película, el excelente hit vampírico 'Déjame entrar', el realizador sueco Thomas Alfredson da el salto al cine angloparlante con esta 'El topo', vibrante y elegante adaptación del best-seller homónimo de John Le Carré (cuyo título original, todo sea dicho, no sólo es bastante mejor, sino que está mucho más ajustado a las necesidades de la narración: "Tinker Taylor Soldier Spy"). Novela que ya contaba con una adaptación previa en forma de mini serie para televisión, 'Calderero, sastre, soldado, espía' (1979), dirigida por John Irvin y protagonizada por Alec Guiness.

La primera buena noticia que nos da la película es el regreso al mejor cine de espías post-Hitchcock, aquél que nos ofrecieron en la década de los sesenta y setenta realizadores como Sidney Lumet -que, por cierto, también adaptó a LeCarré en la soberbia 'Llamada para un muerto' (1966)-, Guy Hamilton -'Funeral en Berlín' (1966)-, John Huston -'El hombre de McKintosh' (1973)- e incluso el Francis Ford Coppola de 'La conversación' (1974). Evidentemente, estos no son más que títulos, perfectamente intercambiables por otros -Don Siegel, John Frankenheimer, Sidney Pollack y un largo etcétera-, que sí deberían servir para localizar este ejercicio de cine vintage (más que retro) donde Alfredson ha querido reformular las estimulantes intrigas de la guerra fría de una forma más estilizada e inteligente de lo que el cine, americano y europeo, nos ha ofrecido en los últimos años (sólo pensar en cosas como 'The tourist' o 'El jardinero fiel' me entran escalofríos).

Con un reparto exquisito y una narración zigzagueante, la película construye la ficción a medio camino entre un puzle al que le faltan piezas y una partida de ajedrez con los caballos moviéndose como álfiles y viceversa. Con un gusto inusitado por los tiempos muertos, los silencios y las derivas dramáticas -ya sean en forma de flash-back o de subtrama paralela-, 'El topo' destila tal buen gusto que el espectador se acomoda a la perfección a lo narrado pese a no entender, en muchos momentos, nada de lo que está pasando en la pantalla (a no ser que uno conozca previamente el material de base). Un curioso juego que, sin dejar de ser un atractivo "whodunit", permite que nos centremos más en los detalles, ya sean estos conceptuales -una crítica nada velada a los métodos interrogatorios de ambos lados- o estéticos -la tendencia de Alfredson a introducirnos en las secuencias en elegantes travellings laterales-. De tal forma que lo mejor de la película no es la resolución del enigma -hasta cierto punto este resulta desangelado, como carente de interés- sino un continuo flash-back a una patética fiesta navideña que tiñe amargura y melancolía las imágenes de los protagonistas en el presente. Muy bien.

A favor: La mirada vintage de Alfredson, capaz de pasar del clasicismo a la modernidad en un mismo plano.

En contra: Que el público pueda asustarse al no entender por dónde discurre la trama.