Críticas
2,5
Regular
Señor Manglehorn

Pacin y algunas cosas más

por Quim Casas

Resulta difícil desligar la presencia quizá abusiva de determinados actores en las películas que protagonizan en el otoño de sus carreras. La sensación es que todo está hecho a su medida; que los filmes en cuestión no existirían si ellos no hubieran aceptado protagonizarlos. Si nos centramos en Al Pacino, resulta evidente que tanto La sombra del actor (Barry Levinson) como Señor Manglehorn (David Gordon Green), ambos de 2014, son lo que son, con sus defectos y virtudes, en función de lo que es hoy el actor que dio vida a Michael Corleone y al agente Serpico. Todo gravita sobre su presencia, estilo, interpretación, cuerpo cansado, mirada, tics… La verdad es que poco importa que sea el veterano Levinson o el otrora radicalizado Gordon Green quienes le dirijan. Incluso en la película para televisión que interpretó antes de estas dos, Phil Spector, centrada en un personaje tan contundente como el conocido y polémico productor musical, prevalecía antes el gesto de Pacino que el de Spector.

Manglehorn, el cascarrabias, solitario, taciturno y escéptico personaje que encarna en la película, es definido por la expresión adusta de Pacino y, en menor medida, por el mundo que le construye el director a su alrededor: la relación con su gato, el pequeño panal de abejas situado debajo de su buzón postal, el trabajo de cerrajero, las cartas que escribe a la mujer que amó y que siempre le devuelven, la distancia afectiva con su hijo. Hay algo en Señor Manglehorn que recuerda al film A propósito de Schmidt; en ambos casos, los jóvenes directores (Gordon Green y Alexander Payne) parecen plegarse al destino impuesto por las viejas glorias que tienen a sus órdenes (Pacino y Nicholson), aunque en el segundo de los filmes se saca más partido a la particular idiosincrasia interpretativa del protagonista.

¿Estamos pues “solo” ante un recital interpretativo de un Pacino que ya lo ha hecho todo en su vida cinematográfica y no tiene que rendir cuentas a nadie? En parte si, en parte no. Algo queda del estilo y mirada irreductible de Gordon Green, cineasta progresivamente domesticado –lo que va de Snow Angels y Superfumados a Princesas, caballeros y otras bestias y Joe– que aquí aún saca a relucir su talento para componer un mundo triste y decadente, que es el reflejo de buena parte de su país, y una serie de relaciones y reacciones emocionales marcadas por el miedo al fracaso y el recuerdo del sufrimiento: los encuentros entre Pacino y el devastado personaje de Holly Hunter son lo mejor de la película.

A favor: la interpretación de Pacino… si a uno le gusta Pacino.

En contra: los pocos detalles personajes de su director.