Críticas
2,5
Regular
Cariño, yo soy tú

Ponte (francés) en mi lugar

por Marcos Gandía

Que una premisa, una temática, un punto de partida, una historia, una idea, un concepto et. etc. etc. no sea original, que se haya utilizado ad nauseam, no invalida que los resultados funciones y/o que estén por encima de lo que su familiaridad reiterativa nos haría esperar. Eso es lo que habitualmente ha ocurrido con el intercambio de cuerpos y/o almas o personalidades, depende del grado de creencias que uno maneje. Antes incluso de las múltiples adaptaciones que empezara la Disney cuando se apropió de un clásico USA infantil como es Un viernes de locos, la más recordada por su empaque cinematográfico (aunque no la mejor) la que tuvo como protagonistas a Jamie Lee Curtis y Lindsay Lohan, ya se utilizaba esa máxima (con resultados muy enfermizamente brillantes) en la productora terrorífica británica Hammer con Frankenstein creó la mujer, o con Doctor Jekyll y su hermana Hyde.

Menos centrada en esa malintencionada ocupación de un cuerpo femenino por un ente masculino, y viceversa, pero sí en poner en su lugar al machito torpe poniéndole tacones y menstruándolo, Cariño, yo soy tú desperdicia todas las (conocidas) posibilidades de dar el cambiazo a dos ex para que estén en el lugar del otro (y se hagan más tolerantes, mejores personas y bla, bla, bla) y se queda en una insólita e incomprensiblemente apagada comedia. Incluso en los productos más funcionales y artesanales de este subgénero (De tal palo, tal astilla; Viceversa, El cambiazo) había una asunción de los mecanismos de la risa que, aunque no se llevaban a los geniales límites de la obra maestra de la temática (la total Este cuerpo no es el mío, con Rob Schneider y Rachel McAdams como pocas veces en sus respectivas carreras), dejaban tras de sí una hora y media de sonrisas y algunos gags aprovechables. Cariño, yo soy tú carece, en primer lugar, de unos protagonistas capaces de arrancarnos una carcajada, o un amago de ésta. Sosos hasta decir basta, y nulidades andantes a la hora de autoparodiar los roles sexuales y de personalidad intercambiados. Y en segundo lugar, el guión no va a ningún sitio y es francés en el peor sentido de la palabra. Raro es que en estos tiempos de sobresaturación de comedias que nos vienen del norte de los Pirineos (estrenamos casi una cada semana), ésta en concreto sea tan poquita cosa, tan aburrida. Mal vodevil que no saca jamás provecho de una premisa arquetípica y casi eterna, sobre su presunto mensaje oportunista ¿feminista? más vale no hablar. O si lo hacen, que se equivoquen esas cruzados que parecen haber intercambiado su mente con la de un inquisidor del siglo XVI.

A favor: Te la sabes de memoria.

En contra: Es una comedia sin gracia.