Críticas
3,5
Buena
Ponte en mi lugar de nuevo

Un viaje feliz a los 2000

por Sara Heredia

Ponte en mi lugar fue para mí, al igual que para muchas otras chicas nacidas en los 90, una película a la que volvía una y otra vez. Retrataba con mucho acierto esa relación de amor-odio que existe entre madres e hijas y tenía a Lindsay Lohan, superestrella de aquella época, como protagonista -aunque luego te quedabas por Jamie Lee Curtis, que es la que realmente da encanto a la cinta y se lleva las mejores escenas-. Más de 20 años después, Ponte en mi lugar de nuevo me ha llevado inesperadamente a un rincón feliz de la memoria. Aunque claramente busca apelar a la nostalgia millennial para llenar cines, lo cierto es que tiene el carisma suficiente para sostenerse por sí sola y justificar su regreso veinte años después.

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Ponte en mi lugar (2003), dirigida por Mark Waters —también responsable de Chicas malas—, contaba cómo una madre y su hija adolescente, enfrentadas por el día a día y una inminente boda, intercambiaban sus cuerpos y aprendían a entenderse. En la secuela, ambientada en 2025, Anna es ahora madre de una adolescente y, con la ayuda de Tess, intenta navegar la maternidad. Pero cuando se enamora del padre de la peor enemiga de su hija, un nuevo giro mágico hace que ambas vuelvan a intercambiar cuerpos… esta vez, por partida doble.

La película está dirigida por Nisha Ganatra, reconocida por su trabajo en la aclamada Better Things de FX, donde exploró con acierto las complejidades de las relaciones entre madres e hijas. El guion lo firma Jordan Weiss, creadora de Dollface, una comedia protagonizada por Kat Dennings que gira en torno a la amistad femenina. Ese 'background' tan potente se refleja en Ponte en mi lugar de nuevo, una cinta que, por encima de todo, celebra con energía y optimismo la alegría de ser mujer.

Uno de los grandes aciertos del guion es ampliar la clásica fórmula del intercambio de cuerpos a cuatro personajes al mismo tiempo. En lugar del ya conocido cruce entre Anna y Tess, esta vez Anna cambia de cuerpo con su hija adolescente, mientras Tess lo hace con la hija del hombre con el que Anna está a punto de casarse. Este giro permite explorar dos historias en paralelo: por un lado, las adolescentes jugando a ser adultas, lo que conecta con el público más joven; por otro, las adultas reencontrándose con su pasado y con figuras del ayer, como Jake, cuyo regreso pone de nuevo en escena a Chad Michael Murray.

Ponte en mi lugar de nuevo no está pensada para todos los públicos —es probable que, por decir un ejemplo, un hombre de 66 años fan de la acción no conecte con la propuesta—, pero si creciste con las películas de Lindsay Lohan, vas a encontrar un disfrute inesperadamente agradable. Es un entretenimiento muy efectivo, con grandes momentos de humor y un tono ligero que encaja como un guante. Se trata, en definitiva, de una secuela sorprendentemente bien justificada, que sabe actualizar su historia sin perder el espíritu de la original.