Ira para arrancar entrañas
por Andrea ZamoraLa náusea y la arcada. El asco y la incomodidad. Lo repugnante y lo desagradable. El principio de La furia es todo eso y más. Y lo es porque debe serlo. Hay mucha entraña y víscera. En ambos sentidos: en el literal y el figurado. Porque, si lo que se cuenta son las consecuencias de una violación, el relato no debe ser agradable. Lo nuevo de Gemma Blasco es un drama brutal tremendamente valiente en molestar. La furia es la película que deberías ver.
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Blasco dirige y coescribe su segundo largometraje tras El zoo (2018). En La furia, Alexandra es la protagonista, una joven actriz que es víctima de una violación en una fiesta de Año Nuevo. No sabe quién es su agresor y no le cuenta a nadie lo sucedido. Su único confidente es su hermano Adrián, quien no tiene las herramientas para lidiar con lo ocurrido. Mientras Alexandra enfrenta las consecuencias de la agresión, se prepara para interpretar a Medea en el teatro.
La furia es inteligente en su estructura y narrativa, alternando entre el pasado y el presente, haciendo de la agresión un punto de quiebre entre el "antes de" y el "después de". También es un filme repleto de poderosas metáforas. Blasco utiliza imágenes como la caza y el desollado de un animal para subrayar la transformación de Alexandra, tanto consigo misma como en su relación con su familia, su círculo cercano y su trabajo. Medea, la figura mitológica griega que vengó a sus hijos, representa otro símbolo; uno con el que la protagonista canaliza toda la furia y la ira que la consume desde adentro.
En La furia, Alexandra es el centro absoluto de la película. La historia se enfoca completamente en ella, y los demás personajes, como su hermano, amigos, familia y entorno laboral, son satélites en torno a su figura. La película la observa a ella, y la figura e identidad de su violador solo asoma en la recta final. La agresión ocurre de espaldas y a oscuras de Alexandra. Blasco eleva con esa decisión, la de que el espectador solo escuche y se vea obligado a completar la violación en su cabeza, el horror y la violencia del momento.
Una increíble Ángela Cervantes lidera La furia con una fuerza y autenticidad. Está muy bien acompañada por un gran Àlex Monner, quien interpreta a su hermano. A través de este personaje masculino, Blasco aprovecha para explorar los roles de género. También destaca la participación de Ana Torrent, cuya breve presencia se convierte en un punto de apoyo para Alexandra, actuando como una especie de mentora teatral y guía.
Hay una transformación en La furia. En Alexandra y en el espectador. Cómo no hacerlo si no podemos hacer otra cosa que ir de la mano de la protagonista. Si ella sufre, tú también. Si ella ríe, tú también. La primera vez que Alexandra se acerca a un jabalí desollado, vomita. La segunda, es ella la que dispara la escopeta. Es ella la que mata al animal. Es ella la que entierra las manos en sus vísceras. Es ella la que le extirpa el corazón y los pulmones. La ira también ayuda a arrancar las entrañas.