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Si a todo el que ha vivido en los 90 le preguntásemos por dos iconos cinematográficos la mayoría respondería: Arnold Schwarzenegger (Chuache para los amigos) y Sharon Stone, porque en los noventa antes de hacerse gobernador uno y de hacer largometrajes como Catwoman la otra, hacían películas que molaban, que tenían acción, que entretenían a las masas, que estaban llenas de hemoglobina y testosterona, con guiones que por su complejidad acababas creyendo verosímil lo inverosímil. Aquí se mezcla el planeta Marte con unos mutantes, alguna mutante todavía suele ser la fantasía de muchos varones (la prostituta de los tres senos), espionajes con maquinas que te crean el recuerdo de otra personalidad, eso sí, al gusto del consumidor. Nos presenta un futuro con unos coches muy poco aerodinámicos, conductores de taxi que parecen el muñeco de algún ventrílocuo de los 50, cabezas que se hinchan como si de globos se tratasen por la falta de oxígeno. A destacar también el trabajo de uno de los secundarios de la época, el mítico Michael Ironside (reciclado ahora por Quentin Tarantino para su Django Desencadenado), y la banda sonora de Jerry Goldsmith. El largometraje está basado en el cuento de ciencia ficción de Philip K. Dick "Podemos recordarlo todo por usted".
En resumen: un largometraje entretenido con grandes dosis de acción, violencia y sangre para pasar una tarde de domingo, con un refresco y un bol de palomitas.
En resumen: un largometraje entretenido con grandes dosis de acción, violencia y sangre para pasar una tarde de domingo, con un refresco y un bol de palomitas.