Películas
Series
Títulos
Los odiosos ocho es la farsa más grande jamás filmada, o al menos la de mayor duración. Y es una farsa perfecta no sólo por la inteligencia y cálculo con la que ha sido tejida, sino por la docilidad y buena disposición con la que (casi) todos han, hemos, caído en ella. Quentin Tarantino ha escrito su guión mejor ensamblado y más genialmente rematado con motivo del trabajo que a buen seguro menos le ha entusiasmado afrontar de todos (incluso menos que Jackie Brown, cuya materia prima ni siquiera era suya): un panfleto nihilista y asfixiante que no juega limpio, que tiene más cerebro que corazón, y que podría suponer el final perfecto para su filmografía por simbolizar justo el momento en que nuestro hombre ha terminado de conocerse mejor a sí mismo. Los odiosos ocho es tan consciente de sí misma que durante la primera hora y media no hace más que mirarse el ombligo, ensimismada, regodeándose en su hipnótica intrascendencia; para luego estallar en una segunda hora y media orgásmica no porque eso que podemos llamar argumento nos lleve con naturalidad a ella, sino porque es lo que toca.