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Sean Bean interpreta al cura Michael de un barrio periférico del norte de Inglaterra. De entrada sabremos que él mismo arrastra un antiguo trauma que irá desvelando a lo largo de la serie y que es el encargado de mantener una cierta intriga. Los seis capítulos que la conforman presentan historias independientes sobre diferentes problemáticas de feligreses y vecinos de su parroquia convirtiendo su figura en el hilo conductor. Cada relato nos muestra con detalles, contundencia y credibilidad una situación conflictiva. Cada una de las tesituras que se presentan suponen un reto que pone en tensión la ortodoxia ordinaria que debe cumplir su figura.
Aunque el realismo crudo de la serie te deja bien desconcertado todo ello te conmueve con su profundo humanismo que se desprende en la mayoría de escenas y relatos. Un humanismo comunitario y fraternal que se configura como una de las pocas salidas que se puede encontrar en cualquiera de los planteamientos. Los diálogos descarnados y sinceros producto de un trabajo minucioso de guión están cargados de intención y, aunque parece que pierden algo de espontaneidad, las interpretaciones notables de todo el grupo le dan, finalmente, un lustre de calidad y de fuerza a frotar de la excelencia.
El personaje del padre es intenso y penetrante sin caer nunca en tópicos ni heroicidades exageradas. Un personaje cargado de imperfecciones, recuerdos que le angustian y con conductas discutibles que, como cualquier mortal, debe rectificar.
Si os gustan aquellos productos británicos bien realizados, con guiones muy bien elaborados y con interpretaciones ponderadas dentro unas cuantas historias de realismo social contundente y necesario no te la puedes perder. (8/10)
Aunque el realismo crudo de la serie te deja bien desconcertado todo ello te conmueve con su profundo humanismo que se desprende en la mayoría de escenas y relatos. Un humanismo comunitario y fraternal que se configura como una de las pocas salidas que se puede encontrar en cualquiera de los planteamientos. Los diálogos descarnados y sinceros producto de un trabajo minucioso de guión están cargados de intención y, aunque parece que pierden algo de espontaneidad, las interpretaciones notables de todo el grupo le dan, finalmente, un lustre de calidad y de fuerza a frotar de la excelencia.
El personaje del padre es intenso y penetrante sin caer nunca en tópicos ni heroicidades exageradas. Un personaje cargado de imperfecciones, recuerdos que le angustian y con conductas discutibles que, como cualquier mortal, debe rectificar.
Si os gustan aquellos productos británicos bien realizados, con guiones muy bien elaborados y con interpretaciones ponderadas dentro unas cuantas historias de realismo social contundente y necesario no te la puedes perder. (8/10)