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Jon Watts nos trae a un Peter Parker más joven, divertido y renovado, que amplía el universo del superhéroe y se aleja de la oscuridad en la que nos sumergió Sam Raimi. Puede que inevitablemente los giros de guion se asemejen a otras películas de Marvel -incluso el plan de Keaton, que por cierto, me encanta-, pero la simpatía y el carisma de Holland se comen la pantalla.
De las tres historias, me sobra la oriental, y no porque la película pueda funcionar sin ella, sino porque me parece demasiado presuntuosa. Cuesta que los personajes calen en la retina, pues el brillante comienzo deja paso a un desarrollo lento -ese es, de hecho, un defecto de Iñárritu- que de no ser por sus interpretaciones podría haber ido cuesta abajo.
Es una pena que Polanski no encuentre el reactor que agilice la trama, porque hasta entonces, un guion simple se convierte en una película atosigante, con una intriga y puesta en escena propias del director. No se cometen errores, al menos fácilmente destacables, y lo único que puede achacársele es cierta falta de ritmo -no mencionaré a Weaver- y algo que me permita calificarla como más que decente.
Sorprende que esta moderna -qué adjetivo tan apropiado- secuela case tan bien con la película de 1982, donde podía verse a un Harrison Ford desmejorado, al que los años le han hecho un favor profesionalmente. El hecho de que caiga en manos de Villeneuve no es casualidad, sino un tiro al centro de la diana, cumpliendo con un diseño y una dirección elegantísimas. Gosling cumple, y con eso me vale.
La sensación es la siguiente: McDonagh cumple como guionista pero tropieza como director. La historia de 'Siete psicópatas' es muy original e imaginativa, dotada de frescura, pero sufre un estancamiento técnico en su desarrollo, notable en alguna exagerada interpretación. El resultado es una película más que decente y un final sorprendente, aunque podría aspirar a más.
Alegorías, metáforas y submensajería a parte, Aronofsky mantiene su deseo de retorcer los sesos de su audiencia hasta los extremos. Son muchas las referencias que podría uno citar en madre!, como la Biblia o la naturaleza, pero sabiendo que cada fotograma requiere días de reflexión, quizá lo mejor que se pueda hacer sea disfrutar del recital de Bardem, acompañado de una gran Jennifer Lawrence. Un delirio exquisito.
Ryan Golsing me roba el alma durante la hora que dura su interpretación, y dicho eso, poco más he de añadir. Esta es una película sin precedentes, bella, deliciosa, triste, magníficamente elaborada e inolvidable. No es un cruce de historias cualquiera, Cianfrance construye con maestría unos personajes débiles, sometidos a un mundo aún más frágil. Para ver cien veces.
Me deja a medias incluso en su punto álgido. Al final de todo este torrente desplegado, entre acción, crimen y drogas, un Pablo Escobar de chiste y un reparto muy inferior a Cruise, se me hace imposible no tumbarme en la butaca del aburrimiento. Doug Liman proporciona una dosis mínima de entretenimiento, aunque no sé si la película merece la etiqueta de blockbuster.
Matthew Vaughn repite al pie de la letra la estructura de la primera película e, inevitablemente, cae en la falta de originalidad en sus recursos. No era tarea fácil superar a su predecesora, ni mucho menos generar la misma sorpresa, de ahí que carezca de la magia que rodeaba a los personajes. La acción, igual de impecable, salva el filme y se une a la banda sonora para tapar el vacío de algunas interpretaciones.
Pensaba que 'It' me produciría más terror que el que ha sido capaz de infringirme (el cual ha sido nulo durante toda la película, salvo algún que otro susto), pero, sabiendo que superaría con creces el primer remake y teniendo en cuenta que se adaptaba una historia del siempre notable King, Muschietti y su cuadrilla están a la altura. Los pequeños actores conducen la película con gracia y dinamismo, huyendo del correcto y quizás algo ...
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El resultado de las buenas intenciones de David O. Russell es un relato simpático sobre nuestras diferencias y los juicios sociales hacia ellas. Aunque la palma en los Oscar se la llevó Jennifer Lawrence, siento mayor debilidad por la interpretación de Bradley Cooper, más auténtica y hermosa de lo que pudiera uno imaginar. Hay pena, pero también risa, y la combinación es buena.
La experiencia de Berger se palpa en cada escena, rodada con cariño y perspicacia, en la que da la sensación de que nada está ahí por casualidad. Los personajes son brillantes, probablemente por su diseño minucioso y los actores que los encarnan, y el cuento hipnótico del realizador vasco se convierte en cine de culto. Sucede de repente, hacia el tramo final, cuando puede el espectador percibir el desconcierto al que le han sometido.
Al mencionar a Haneke hablamos de un cine valiente y realista, tan hábil para el impacto inmediato como para el desacomodo. Con 'La pianista' logra de nuevo perturbar la visión del espectador con una narración lenta sujeta a la siempre perfecta Isabelle Huppert, que ofrece una actuación frívola y poderosa. Los tejemanejes del director austriaco se reúnen de nuevo en esta historia obsesiva, pasional, sexual.
Me fascina y repugna al mismo tiempo, me impacta, me frena. Son algunas de las sensaciones que me deja el gran debut de Casanova, joven poseedor de una narrativa elegante y una visión excepcional. Las interpretaciones se sujetan por sí solas, los diálogos me estremecen y entristecen, pero no me alejan de lo que sucede, estoy pegado a la pantalla, presenciando una historia visceralmente siniestra y cinematográficamente bellísima.
Nos enfrentamos a una de las mayores estupideces artísticas que la comedia americana pueda recordar. Me he reído y no sé por qué, seguramente debido a la bochornosa y ausente actuación de Zac Effron, o a la exagerada de Adam Devine, o a los mil chistes horribles escondidos en un guion gamberro y torpe. Hay algo que funciona, que le grita a la audiencia que tiene motivos para entretenerse, pero yo sigo sin identificar qué es exactamente.
'Mascotas' comparte diversión y gracia con otras películas de animación como 'Bolt' o 'Zootrópolis', pero no acaba de ofrecer la frescura necesaria para incidir, de nuevo, en historias de perros y gatos. El principio alberga elementos originales, gags bien desarrollados y un exquisito diseño neoyorquino. De ahí en adelante, se pierde en lo rutinario, decae, y solo asciende cuando sus escenas las protagoniza el personaje de Snowball.
Dejando a parte la variada, irregular y poco comprensible filmografía de Luc Besson, la historia de Valerian logra atrapar la lucidez de nuestra retina. Visualmente podríamos hablar de la mejor película de los últimos años, tiene un diseño exquisito, cada fotograma es analizable, todo resulta hermoso y pintoresco. La película flaquea en algunas interpretaciones y quizá también en el excesivo metraje, pero no deja de ser un convincente ...
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El buen funcionamiento de algunas películas se mide según el peso que infieren sobre su protagonista. Este es un ejemplo, como muchos otros, de lo imprescindible que resulta Audrey Hepburn en pantalla, de su rebosante elegancia interpretativa y, por qué no, de su atractivo físico. El resto me parece una historia bien contada, con amores entrelazados, incluido el apego por las joyas, y algún que otro amante (Peppard) demasiado entregado.
Me transmite un erotismo esperpéntico, siento como si Kubrick estuviera expresando que no tiene nada que contar, que solo quiere provocar y enseñar desnudos, cuanto menos variopintos. Todavía no sé por qué lo único que he sacado en claro es que Cruise y Kidman juegan un papel bien interpretado, digno, en medio de una historia tan rara como obsesiva.
Mucho ruido y pocas nueces. El aliento a western se pierde en cuanto comienza el largo viaje de Mattie Ross, acompañada por un brillante (como siempre) Jeff Bridges y un inútil e innecesario Matt Damon. Sobra silencio, se echa en falta el humor, la ironía y la sátira de los Coen, y uno puede acabar pensando que en manos de cualquier otro director, 'Valor de ley' podría haber sido mejor.
La nueva y apabullante película de Nolan es más arriesgada que las anteriores, está narrada con un realismo íntimo y profundo, y se adhiere -gracias a la fotografía de Hoytema y la música de Hans Zimmer, entre otros- a una experiencia visual fascinante. Apenas tiene diálogos e incluso le sobran, aun gozando de actores reputados (Rylance, Branagh) que han decidido dar vida a verdaderos supervivientes. Una obra maestra del cine bélico.
Absolutamente todo es memorable. Cada escena, cada línea de diálogo, cada plano, cada pelea, cada disparo... 'Pulp Fiction' es una sucesión de historias que revelan cómo han de hacerse las cosas para pasar a la historia. Contiene una magia y una crudeza dignas de inspirar a más realizadores -como logró, de hecho- y transforma la estructura narrativa en un personaje más del que disfrutar. Tarantino se alía, además, con la maestría de ...
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Una dulce y original historia apocalíptica es la que traslada Levine a la pantalla. La voz en off, que ejerce de narrador, sirve como guía -y como elemento de entretenimiento- durante toda la película. Me parece que las escenas de lucha, los mano a mano y los enfrentamientos acaban siendo en exceso, con demasiada complacencia por lo zombie. Y aún así, son noventa minutos de darle la vuelta a la tortilla a tan gastadas películas de este género.
Rara, atípica, y excéntrica cinta de humor negro de los Coen. Los hermanos construyen esta vez una secta de personajes torpes y aparentemente normales, se ríen de ellos y provocan alguna carcajada, y de telón de fondo, como es habitual en sus películas, esconden esa severa crítica a la religión judaica y a la vida cotidiana. El trabajo visual es bueno, peor aún lo es más el actoral: Stuhlbarg merece mayor reconocimiento.
Todavía hoy, más de veinte años más tarde de que viera la luz, 'Fargo' tiene reputación de sobra para aleccionar a películas policíacas indies, por llamarlas de alguna manera, que se centran en la violencia en vez de modelar a sus personajes. Lo más coeniano de esta historia tan coeniana es el equilibrio entre lo visual, lo rítmico y lo actoral, que la distingue sobre otros filmes con fines políticos.
La apuesta es mayor y mejor. Quizá peque de ser lenta en algunas escenas, pero consigue por fin el tono tarantiniano que su predecesora no encontraba. Choca un poco que, siendo el primer volumen excesivamente violento, la secuela no lo sea tanto, incluso se eche de menos, pero se compensa con diálogos memorables y una Uma Thurman que, de nuevo, parece atravesar la pantalla con la mirada.
Llama la atención, pero la pierde en el momento en que vislumbramos al primer zombie saliendo de la oscuridad. Desde entonces, 'La cabaña en el bosque' finge ser una película de terror innovadora, cuando el vacío de sus personajes y la pobreza de los escenarios -los rifirrafes de oficina desde el puente de mando son muy mejorables- demuestran lo contrario. Algo nuevo, pero no demasiado.
Hay un exceso de 'esta es toda la sangre que puede derramarse con katanas' en este peculiar film de Tarantino. No se cuela (ni debe colarse) entre sus mejores películas, pero tiene esbozos de influencias cinematográficas cuyo placer emerge nada más identificarlos. Uma Thurman es tan grandiosa como su personaje y, si bien se esperaba algo más del loco Quentin, las ganas de ver la segunda parte se crispan.
El problema de llevar las expectativas tan altas es que, una vez se sienta uno en la sala de cine, la pequeña decepción comienza a cocerse. Wright sigue pareciéndome el director de comedia más innovador y original, y es este hecho el que me ha dejado a medias con 'Baby Driver'. Tiene todos los elementos que lo consolidan como realizador (excepto la grata sorpresa de Elgort) y, guste o no, posee una espléndida combinación de coches y música.
La primera parte de la película es un relato militar salvaje, un placer para ver y oír, una demostración de que el impacto de Kubrick es firme y duradero. La segunda mitad puede ser más aburrida, pretenciosa y, aunque conserva elementos que la glorifican al principio, no termino de ver más allá de la locura de una francotiradora y la pena por sus víctimas. Perdónenme los fans de Kubrick, aunque reitero en su majestuosa realización. Yo ...
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La narrativa de Jenkins es elegante, inteligente, femenina y poderosa. DC ve por fin un halo de luz con 'Wonder Woman', otro blockbuster super heroico pero fidedigno y leal, emocional con sus personajes y su historia. Gadot ocupa la cámara en cada escena, deslumbra, sorprende, lucha y se defiende. Y es que el humor de la película no sólo destensa las situaciones de acción, sino que se ejecuta bien.
Levinson le deja en bandeja el recital a DeNiro. Disfrazado de un señor tan liante como Madoff, se planta firme y sincero en cada escena, con una pasión por saber interpretar, de saber jugar con la mirada. El resto está conformado por una historia correcta, diálogos trabajados y bien interpretados y, para bien o para mal, algunas ideas semejantes a otras películas sobre fraudes.
'Buen rollo ibérico' habría sido un título más apropiado para esta comedia que, si cinematográficamente deja mucho que desear, profesa con esfuerzo un ejercicio de transmisión de valores positivos. Quede claro que este objetivo lo consigue a través de clichés y tópicos muy vistos, conversaciones un tanto banales e interpretaciones que, finalmente, dignifican la historia.
Como en toda la filmografía de Howard, el intento de blockbuster se mantiene, solo que en 1995 el término no estaba tan expandido como ahora. Desgraciadamente, la película sobre un acontecimiento tan impactante como el del Apollo 13 resulta rutinaria y fugaz. Se alternan dos únicos sets de rodaje -la sala de control de la misión y la nave- y, gracias al carisma de Ed Harris, su duración queda exenta de justificación.
Si su único punto débil recayera en la exageradísima interpretación de Bale, 'American Psycho' podría haber llegado a ser un buen entretenimiento. La desgracia va oliéndose desde el inicio, uno de los más aburridos que he visto en el cine, y se proclama en su desenlace, que no es más que un estiramiento innecesario del desarrollo. Harron cae en manos de un argumento ordinario, pero dirige bien, y quizás sea eso lo que le obliga a uno a ...
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Merece la estatuilla al debut más realista y rompedor del siglo en España y, justificadas las exageraciones, se trata de la cima del drama urbano y callejero que tanto nos identifica. El guion de Daniel Guzmán es fantástico y, aunque su proyección a la pantalla pueda pecar de repetitiva, no es habitual ver en la dirección dotes como las que se demuestran en 'A cambio de nada'. Además, las interpretaciones son todas descomunales.