Critica de la película Babadook por Julián B

Bienvenidas sean las obras de horror que se animan a dar un paso más por delante y entienden que el género aún tiene con qué dar frutos que no provengan del mismo árbol. Bienvenidos aquellos que disfrutan de este tipo de experiencias. Bienvenido sea The Babadook. Si William Friedkin, director encargado de adaptar la emblemática película de El Exorcista, afirmó con contundencia que ésta es, probablemente, la cinta más terrorífica que ha visto en su vida, realmente es por algo, porque al margen de la subjetividad que le es propia a cada sujeto, lo ha mencionado uno con trayectoria y motivos de admiración dentro de este mundillo. No podría verificar lo que este tipo afirmó con libertad, y cómo hacerlo ante la presencia de tantos títulos albergando este arte. Lo que sí puedo y quiero dejar en claro, es que se echan de menos películas como The Babadook, de esas que, sin demasiados presupuestos, extravagantes superproducciones y publicidad de relleno, conmueven por la magia que saben transmitir con tan sólo un atributo entre tantos: la psicología de las personas. The Babadook es una película de terror psicológico que despierta intriga y misterio en el ir y venir de una historia sumergida en la locura y la desdicha. No es sólo un cuento. No está ahí para atemorizar niños. Babadook es la encarnación de lo desconocido, el llamado a la alucinación, el despertar de un ente maligno, el acecho de un maniático pervertido, el delirio provocado por el estrés de un vívido recuerdo. ¿Qué es Babadook? Esa es la cuestión. No sabremos lo que es hasta que se vuelva obvio, y de allí, hasta que emerja como una amenaza que no necesita ningún torpe estereotipo del horror que no sea su incierta e ingrata manifestación. Una obra tortuosamente interpretada que tiene la medida justa entre miedo y suspenso, y deja claro que las herramientas más familiares del género, como los screamers, son cosa de novatos.