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No podemos no dejar correr al tiempo y permitir que su acelerado transcurso no deje al paso a las grandes joyas que en algún momento se hicieron presentes y llevaron al cine a lo más alto de una cumbre en permanente crecimiento. Es difícil honrar con justicia la cinematografía clásica puesto a que nuestro presente es, desmedidamente, vasto y genérico. Pero de lo que sí estoy seguro, es de que no es para nada necesario pertenecer a una generación setentera u ochentera para poder hablar, en este caso, de un filme que elevó a la ciencia ficción a lo más alto, así como dio un enorme paso dentro del ámbito del horror, lo cual hoy pareciera una misión imposible de resolver. El Octavo Pasajero lleva consigo una pesada carga de nostalgia. Claramente no es una película que vaya a asustar, ni tampoco a sorprender demasiado -quizás algunos efectos audiovisuales sí podrían dejarnos boquiabiertos cuando entendemos su contexto- o incluso no genere las mismas sensaciones que, en su entonces, otros sintieron en el auge de la obra de Scott. Lo que uno debe rescatar de esta cinta, es su valía por jugar con lo desconocido, porque en cierta manera, todo aquello relacionado con lo extraterrestre, lo es. Y díganme si no es arriesgado apostar a una monstruosidad tal como un alien y con los bajos recursos con los que antes se contaba en comparación con la actualidad. ¿Cuántos fallidos proyectos podemos mencionar hoy en día? Una inmensa cantidad. Una barbaridad. Una lista inacabable. Realmente tediosa si comprendemos el crecimiento de este arte tan plagada de ideas, conceptos e imaginación. Ideas, conceptos e imaginaciones que, a veces, resultan en un bodrio escandaloso y digno de olvido. Pero Ridley Scott, lejos de esta catástrofe, logró lo imposible para su entonces y culminó una obra que hasta el día de hoy es la inspiración de muchas otras direcciones en el gran haber fílmico. La dirección artística, los tan cuidados aspectos audiovisuales que marcan un territorio ficticio sin ir más allá de lo justo, la sabia utilización del recurso del horror psicológico (un horror difícil de enmarcar si uno se lo piensa dos veces), todos ellos son más que detalles, son elementos prolijamente lineados y delineados que conservan un sello plausible de ficción sin siquiera rozar lo bizarro y hasta resultando docenas de veces más creíble que todo lo que vemos y oímos en la actualidad.
A favor: su acertada congruencia ficticia, deslumbrando escenarios originalmente diseñados y acompañados por una estructura visual de lo más asombrosa; su desenlace, el agobio que manifiesta lo parcialmente desconocido y las sensaciones que absorbe un suspenso tan crudo y tensionante como el que lo caracteriza
En contra: algunas escenas y diálogos al comienzo de esta historia que claramente están para rellenar
A favor: su acertada congruencia ficticia, deslumbrando escenarios originalmente diseñados y acompañados por una estructura visual de lo más asombrosa; su desenlace, el agobio que manifiesta lo parcialmente desconocido y las sensaciones que absorbe un suspenso tan crudo y tensionante como el que lo caracteriza
En contra: algunas escenas y diálogos al comienzo de esta historia que claramente están para rellenar