Cuando Ron Clements presentó a Disney su idea para hacer La Sirenita, allá por 1985, también presentó la idea de hacer una nueva versión de La isla del tesoro, la novela de aventuras de Robert Louis Stevenson publicada en 1883. Nadie le hizo caso hasta diez años después, en 1995, cuando Michael Eisner, CEO de The Walt Disney Company por entonces, les dio luz verde. Siete años después estrenaron El planeta del tesoro, una de las películas de culto de Disney que, sin embargo, fue un enorme fracaso en taquilla.
El planeta del tesoro es una adaptación en clave de ciencia ficción de La isla del tesoro en la que Jim, un niño fanático de las historias el Capitán Flint, se topa con una nave espacial que le lleva a buscar un tesoro para así poder reconstruir la posada de su madre. El aprendiz de marinero termina a bordo del RLS Legacy, capiteaneado por Amelia. Aunque emprende el viaje como grumete terminará convertido en un experto navegante que se enfrentará a supernovas, agujeros negros y terribles tempestades cósmicas.
Ron Clements y John Musker, los mismos de La Sirenita (1989), Aladdín (1992) y Hércules (1997), tenían ganas de probar nuevas tecnologías, algo que encajaba a la perfección con el mundo fantástico de El planeta del tesoro -titulado, originalmente, La isla del tesoro en el espacio-. Para la animación, combinaron diferentes formatos con el objetivo de que no se notara la diferencia entre lo que era dibujo en 2D y los entornos en 3D generados por ordenador. De este modo, la película terminó teniendo tres elementos principales: los personajes en estilo tradicional -marca de la casa de Disney-, su animación en 3D y los entornos creados por ordenador.
El esfuerzo técnico de la producción es impresionante. El productor Roy Conli estimó que había unos 1.027 miembros del equipo enumerados en los créditos de la película, entre los que se encuentran 400 artistas, 150 músicos y otros 200 técnicos. Solo para el proceso de diseño de la cinta recurrieron a 300 artistas que estuvieron dibujando los bocetos de personajes y escenarios. Todos ellos desarrollaron un "mundo espacial que fuera cálido y tuviera más vida de lo que normalmente pensarías en una película de ciencia ficción", según la directriz que dio Clements.
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Batacazo en taquilla, pero amor en las críticas
Grandes esfuerzos que requieren un gran presupuesto, claro. La película terminó costando 140 millones de dólares, lo que la convierte en la película de animación tradicional más cara hasta la fecha. Un ambicioso proyecto que todos esperaban que triunfase en taquilla y que, sin embargo, terminó siendo un desastre. Solo recaudó 110 millones de dólares en todo el mundo, insuficientes para cubrir los gastos de producción.
También es cierto que tenía una fuerte competencia en cartelera. En el fin de semana de su estreno se las tuvo que ver con Harry Potter y la cámara secreta, el exitazo del mago que seguro que arrastró a parte del público destinado a la cinta de Disney. El estudio había planeado una franquicia de El planeta del tesoro, con varias secuelas directas a vídeo y series de televisión. De hecho, ya tenían varios guiones gráficos y una historia en el tintero, pero todo esto se canceló tras los malos resultados económicos.
Donde sí recibió mucho amor fue en las críticas. De manera generalizada, la prensa especializada alabó su visión del espacio exterior, su ritmo rápido y su belleza visual. Una producción muy imaginativa y original capaz de unir a varias generaciones frente a la pantalla. Con el tiempo, se ha convertido en un título de culto. A día de hoy, 20 años después de su estreno, queda como una joya perfecta para descubrir en Disney+.
