Abres TikTok, empiezas a scrollear y te detienes en un vídeo sobre una rutina de skincare que promete hacer maravillas en tu rostro. Añades todos los productos a tu lista de deseos, pero cierras la aplicación, sales al supermercado y te das con la dura realidad: con tu dinero presupuestado, el carro está cada vez más vacío. Y piensas: ¿de verdad necesito todas esas cosas que he visto en TikTok? Una de las últimas tendencia de la red social va a intentar convencerte de que no.
Si el imperio de los influencers se ha construido a base de exhibir y recomendar productos, el deinfluencing sigue el principio contrario. En los vídeos de esta tendencia, los creadores de contenido muestran aquellas cosas en las que, a su entender, no merece la pena que gastes tus ahorros.
TikTok es una gran máquina de hacer dinero. El 65% de sus usuarios aseguran que siempre confían en las reseñas online y en las recomendaciones de los creadores de contenidos a la hora de comprar, según un estudio de la plataforma. La influencia de esta red, especialmente para la Generación Z, es enorme. Pero la capacidad de compra de los usuarios no es ilimitada y los creadores se han dado cuenta de que no pueden pasar por alto el contexto económico global.
DESMITIFICANDO LO VIRAL
La inflación continúa disparada y la situación de incertidumbre económica mundial, lejos de despejarse tras la pandemia, se ha reforzado por la guerra en Ucrania. En este panorama, el deinfluencing quiere contribuir a que los usuarios sean más selectivos en las compras y no se dejen llevar por el hype que envuelve a los productos virales.
Buena parte de estos vídeos se centran en el ámbito de la belleza y desmitifican productos cosméticos o de cuidado de la piel, pero también tocan otras áreas como los libros o los productos electrónicos. En TikTok, la etiqueta deinfluencing ya supera los 271,5 millones de visualizaciones.
“Es lo que la gente necesita escuchar ahora mismo. Definitivamente, la tendencia del deinfluencing ha surgido por la recesión que parece que va a llegar”, señala Jacquelyn Mengel, autora de un popular vídeo sobre alternativas económicas a productos de belleza virales.
DIME CÓMO CONSUMES Y TE DIRÉ SI HAY CRISIS
No todo es cuestión de buena voluntad. Los vídeos también están sirviendo para reforzar la credibilidad de los creadores, mellada por casos de acusaciones de publicidad engañosa, como los protagonizados por las influencers Marta Pombo o Mikayla Nogueira.
Aun así, el deinfluencing es un síntoma de los tiempos convulsos que atravesamos y una prueba más del estrecho vínculo existente entre las tendencias de consumo y las crisis económicas. Si nos asomamos a la historia, podemos encontrar toda una serie de teorías sobre estos indicadores sociales: por ejemplo, en los periodos de bonanza, las faldas más cortas son las que predominan en la moda, mientras que los periodos difíciles impulsan, además del auge de las faldas largas, las ventas de pintalabios.
Sumado a esto, la tendencia también responde a la crisis medioambiental que nos atraviesa. Si bien hay deinfluencers que se limitan a reorientar las compras hacia productos más baratos (pero siguen incentivándolas), otros creadores abogan por romper con la ola de consumo impulsivo por el bien del planeta. Un mensaje que parece ir a contracorriente en una red social que, para posicionarse de forma atractiva ante las empresas, se aferra al éxito de su hashtag #TikTokMadeMeBuyIt (TikTok me hizo comprarlo).
