Hay una película que, según recuerdo, ponían cada fin de semana de mediados de los 90 en televisión: Liberad a Willy. Sin ser una de mis películas favoritas -ni mucho menos- puedo recordar cada escena, cada frase, cada lágrima. Y eso que podría haber sido aún más sentimental. En el guion original, Jesse no era solo un adolescente huérfano viviendo en un orfanato: era, además, mudo, tenía solo diez años y vivía con un grupo de monjas. Imagina. Por suerte, diferentes reescrituras lo endurecieron un poco para que no nos pasásemos llorando desde el primer hasta el último minuto.

Orca, la ballena adorable
Si tienes curiosidad por conocer a la orca que eligieron para hacer de Willy, me temo que no puedes: falleció en 2003 tras vivir una buena vida (27 años, más o menos lo que suelen aguantar los machos) en una bahía de Noruega. Cuando protagonizó Liberad a Willy tenía 17 años y no pudo ser libre hasta mucho tiempo después, por mucho que dijera el final de la película. Concretamente, hasta 2002. Lógicamente, a esa edad no pudo integrarse con otras orcas y fue, francamente, un poco desastroso.
Por cierto, hablando del final, ese momento mítico en el que Willy salta por encima de Jesse para ser libre en la naturaleza. ¿Os habéis dado cuenta de que el póster de la película… es ese momento exacto? Sin cortarse ni un pelo, el director, Simon Wincer, junto al equipo de marketing, decidieron que, teniendo una escena tan poderosa, no tenía sentido que la dejaran de lado, y fue la imagen clave de toda la campaña. ¡Nadie se quejó por los spoilers!

Curiosamente, Keiko, la orca, aún participó en otra película, en este caso mexicana, titulada Keiko en peligro, que trataba sobre unos extraterrestres que, años después de soltar a la orca en la Tierra, volvían a por ella. Por su parte, Liberad a Willy tuvo tres secuelas, solo que dejando de lado a las orcas reales. Liberad a Willy 2 y 3 tuvieron como protagonista a una versión robótica del animal y la cuarta parte fue una mezcla de animatronic y CGI. Nadie puede igualar a Keiko.