Forrest Gump, la novela original escrita por Winston Groom, se escribió en tan solo seis semanas, y su origen es lo menos glamuroso que os podáis imaginar: el autor vio un reportaje sobre personas savant en el programa estadounidense 60 Minutes y pensó que uno de ellos podría ser el protagonista de su nueva historia. La tirada inicial no le hizo millonario, porque solo vendió 30.000 copias, pero después de que Robert Zemeckis y Tom Hanks hicieran su magia colocó más de un millón de novelas en todo el mundo. No podía ser de otra forma.

¡Teniente Dan, ¿vamos al espacio?!
Hay un periodo de la vida de Forrest que la película obvia (porque estaría sobrecargada, entre otras cosas) pero que en la novela ocupa un buen espacio de tiempo: el protagonista haciéndose astronauta de la NASA tras descubrir que puede hacer matemáticas muy rápidamente. Sin embargo, por culpa de un chimpancé a bordo, el vuelo acaba estrellándose en Nueva Guinea, en una tribu de caníbales, donde su jefe le enseña a… jugar al ajedrez. Bien mirado, está bien que lo quitaran de la película.
Sin embargo, hay una referencia espacial que no podemos dejar pasar porque es fabulosa. Gary Sinise (o sea, el Teniente Dan) señala su pierna metálica, tras el accidente que le deja sin ellas, y le dice a Forrest “Aleamiento de titanio. Es lo que usan en la lanzadera espacial”. En sí no tendría más importancia de no ser por dos cosas. La primera, que antes en la película le dice “¡Si alguna vez te conviertes en un pescador de gambas, ese será el día en que me haga astronauta!”. Y después, lo de Apolo 13.
Y es que tanto Hanks como Sinise volvieron a coincidir, un año después, en el rodaje de Apolo 13, donde Ron Howard le ofreció al anteriormente conocido como “Teniente Dan” cualquier personaje del guion y él se quedó con Ken Mattingly. Después de todo, sí que se convirtió en astronauta de una manera u otra.