Cuando Chris Columbus decidió bajarse de la saga Harry Potter tras la segunda película, todo el mundo en Warner entró en pánico. ¿Y ahora qué? ¿A quién vamos a encontrar que de su visión sin romper la saga en dos? Inmediatamente pensaron en Guillermo del Toro, pero su idea no se parecía mucho a lo que el estudio quería, así que pronto decidieron confiar en Alfonso Cuarón, que estuvo a punto de rechazarlo porque no había leído los libros ni visto las películas. Fue el propio Del Toro el que le convenció para ponerse al día... Y tardó poco en firmar por El prisionero de Azkaban. ¿Quién podría haberse resistido?
Harry Potter y el contrato breve
Si por algo destaca esta tercera entrega, además de por su visceral cambio de tono (tan apreciado en una saga que corría el peligro de volverse excesivamente cuqui en lo visual, aunque no en el guion), es por la aparición de Sirius Black, interpretado por Gary Oldman. Lo curioso es que el actor solo aceptó, según afirmó en una entrevista que en un principio había aceptado solo por el dinero: llevaba unos años algo apartado de las películas que le alejaban mucho tiempo de los suyos.
Lo curioso es que, pese a ser un personaje clave de la franquicia, entre las dos películas donde aparece más allá del cameo (El prisionero de Azkaban y La orden del Fénix) apenas suma 20 minutos y 45 segundos. Suficiente para salir en toda clase de merchandising, ser recordado por toda una generación y tener siempre que responder preguntas sobre la saga incluso dos décadas después.
Warner
Oldman afirmó hace poco que no le importaría aparecer en la serie de Harry Potter, pero en un papel distinto al de Sirius Black. Sin embargo, a sus 67 años es bastante normal que no le apetezca meterse en una serie de temporadas que, viendo el ritmo de producción, es probable que se extienda más de una década. Ni con un hechizo le volvemos a convencer, vaya.