Nicholas Meyer resucitó la franquicia 'Star Trek', pero no había visto un solo episodio de la serie
Randy Meeks
Randy Meeks
-Redactor de cine y series
Juntaletras acomodado, redactor con gato eterno en las piernas, tuitero irredento, millennial orgulloso a su pesar. Respira cine, cree que no hay película mejor que 'El crepúsculo de los dioses' pero en su colección de Blu-Ray no falta 'Super Mario Bros'. La de los 90.

Aunque dirigió la mejor película de la saga, guionizó otras dos y ha estado metido en 'Star Trek: Discovery', lo cierto es que al principio la serie le importaba un rábano y solo la veía como un trabajo más

Nadie duda de que Gene Roddenberry era el dueño y señor de Star Trek. Fue él quien creó la serie original, la vendió (con la ayuda, por supuesto, de Lucille Ball, sin cuyo nombre jamás hubiéramos visto la Enterprise) y la convirtió en un mito pese a que estuvo a punto de ser cancelada ya en su mismísima primera temporada. Sin embargo, hay otro nombre en la franquicia que es igual -o más- importante que él, y que no ha pasado tanto a la historia: el de Nicholas Meyer.

Donde ningún fan ha llegado antes

Siendo generosos, la primera película de Star Trek fue un desastre. Sí, hizo mucho dinero, pero la producción fue un absoluto dislate, y fue motivo más que suficiente para apartar a Roddenberry de su propia creación (había creado la idea de una secuela que sería carísima de producir). Eso, aunque nadie lo quisiera admitir, abría un problema: ¿Qué iban a hacer con la segunda parte? Harve Bennett, uno de los productores televisivos de Paramount, parecía tener la solución: por el presupuesto de la primera Star Trek prometía poder hacer cinco películas. Solo había un pequeño problema: no había visto ni un solo episodio.

Se puso a ello, y es cuando se dio cuenta del problema de la primera película: carecía de un villano. Así, cogió su episodio favorito, Space Seed, y se propuso hacer una secuela utilizando al malo de turno, Khan. Además, se planteó, en un giro sorpresa, matar a Spock. Solo había un problema: con todo montado, no funcionaba en absoluto. Y aquí es donde entra Nicholas Meyer, que por aquel entonces se había hecho famoso escribiendo novelas de Sherlock Holmes. ¿El problema? Quizá os parezca broma, pero... Tampoco había visto ni un solo episodio de Star Trek.

Paramount

Escribió un nuevo guion cogiendo retazos de todas las versiones anteriores (que, todo sea dicho, no eran pocas) y en menos de doce días lo había terminado, haciendo reescrituras constantes para sorpresa del resto del equipo. Básicamente lo que hizo fue quitar toda la santificación y la rectitud de la saga y modernizarla con la ventaja que le daba no conocerla ni amarla previamente. El resultado fue increíble, costó mucho menos y, aunque recaudó también menos, a día de hoy se considera una obra maestra de la saga. Meyer volvió para la cuarta y sexta partes, que los fans siguen adorando. Si es que cuando se sabe, se sabe.

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