A falta de una semana para que arranque el Festival de San Sebastián, disfrutamos enormemente de la proyección de 'Los condenados', la nueva película de uno de los mejores cineastas en activo de la actualidad, nacional e internacional: Isaki Lacuesta. La película, arriesgada (por muchas razones) y brillante (por tantas otras), es un salto de gigante para un director que, hasta la fecha, ha contado con el beneplácito de la crítica y el (particular) desconocimiento del público. 'Los condenados' es un relato poblado por fantasmas del pasado y con el sabor metálico de las balas de la lucha de guerrillas, por ahora, la mejor película española vista este año.
P- ¿De dónde surge el proyecto?
El tema abordado, el de los desaparecidos y la recuperación de la memoria histórica, es uno de los más candentes de la actualidad. El tema de la lucha armada ha marcado de forma indeleble la historia moderna y es algo que, particularmente a mí, me inquieta mucho y quería reflexionar detenidamente en ello. Quería evitar dogmatismos y, sobre todo, tener tiempo para escuchar todo tipo de argumentos, aunque fueran muy distintos entre ellos. La película demanda cierta implicación al espectador, que se posicione de alguna manera frente a lo que significa la lucha armada, en la actualidad y en el pasado.
P- Es tu primera ficción, ¿cómo abordaste el cambio de género?
Es una película muy narrativa y con una estructura muy trabajada, escrita de arriba abajo. En esta película existe mucha menos empatía, en cuanto a la distancia que me separa de los personajes, que en las anteriores. Creo que es más complicado identificarse con los personajes. Buscaba estar alejado de ellos precisamente para que los espectadores no pudieran decantarse por uno o por otro personaje. Me interesaba que el espectador entendiera y reflexionara sobre las motivaciones de cada personaje, de ahí esa separación. En 'Los condenados' la emoción surge de los hechos no de los personajes, al revés que en 'La leyenda del tiempo'.
P- Me hablas un poco del sonido de la película.
Por un lado: el sonido de la selva es realmente opresivo. Hubo gente del equipo que llegó a tener problemas con ello. La gran mayoría de los sonidos de la película vienen de la grabación de sonido en directo, pero están montados pensando precisamente en maximizar esa claustrofobia auditiva. Por otro: me gustó trabajar mucho la diferencia entre realidad y artificio. Hay un buen ejemplo: en la secuencia del bar donde aparece por primera vez el personaje de Bárbara Lennie, la toma empieza con un sonido muy natural, propio de un bar, pero poco a poco se va silenciando hasta que sólo la oímos a ella. La película juega con esa ambivalencia, mezcla sonidos muy naturalistas con lo que podríamos llamar estados emocionales.
P- ¿Te preocupa el tener que cumplir las expectativas de la crítica cinematográfica?
Yo creo que esta película va a ser la que va crear división de opiniones [risas]. Espero que sea capaz de contestar por sí sola. No tiene nada que ver con 'Cravan vs. Cravan' o con 'La leyenda del tiempo', ésta va por su lado, tiene sus propios objetivos independientes. Hay directores, a los que admiro mucho, que en cuanto ves un plano ya sabes de quién se trata; en ésta película he intentado borrarme un poco, que lo que se vea es lo que se encuentra delante de la cámara, no lo que hay detrás. Las formas han de ser distintas si la película así lo reclama. Como director también te apetece probar cosas que no has hecho, creo que es importante seguir experimentando, buscando.
Quizás no hay un estilo común entre ésta película y las anteriores, pero sí creo que hay una línea de continuidad que se refleja más con un temperamento, con un estado de ánimo. De momento, eso es complicado de ver. Pero a medida que ésta película se abra creo que irá dejando ver los puntos de conexión con mis películas anteriores.
Alejandro G.Calvo
