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    Richard Gere inaugura con 'El fraude' la 60 Zinemaldia

    'Blancanieves' de Pablo Berger, rodada con estética de cine mudo, recibe una ovación de la prensa y pone el listón muy alto en la competición oficial.

    Arrancó el San Sebastián de las estrellas –son cinco Premios Donostia (una exageración), pero el número de invitados es abrumador- bajo un bochorno ambiental de escándalo (no es una metáfora: hace mucho calor y mucha humedad) y la extraña sensación de que en un par de días una tormenta va a arrasar la ciudad. Pero de momento el objetivo es mucho más inmediato: superar el fin de semana, pelear las incontables entrevistas, visionar el máximo número de películas posibles y tratar de dormir lo suficiente para no desfallecer de agotamiento mientras corres del Kursaal al Principal y vuelta a empezar. Son muchos años -15, calculo- viniendo a la Zinemaldia, pero el primer día del festival uno siempre se siente algo novato, algo nerd. Así que hay que llegar al lunes, sea como sea, pese a quién pese. Por aquí lo iré contando intentando resultar lo más atractivo posible. Veamos si lo consigo.

    Sesenta años son muchos años, así como una cifra lo suficientemente llamativa como para tratar de conseguir que ésta sea una fiesta realmente especial. Eso en términos pragmáticos significa dos cosas: buenas películas y muchas estrellas. De ahí que la película que abra el certamen haya de ser necesariamente significativa. Dicho y hecho, la prueba de ello era la larga cola que bloqueaba la entrada al Kursaal media hora antes de que empezara 'El fraude (Arbitrage)', el particular chupinazo de salida de este año.  La película, dirigida por Nicholas Jarecki (hermano de Andrew y Eugene, ambos cineastas), retrata el declive moral de un dinosaurio de las finanzas (Gere) al verse envuelto en dos sucesos harto lamentables: el fraude cometido en su empresa para tapar un agujero que supera los 400 millones de dólares y el homicidio accidental de su joven amante (interpretada por Laetitia Casta). La obra se configura entonces como un thriller made-for-Richard Gere –el actor tiene infinitas películas de este estilo: ‘La sombra de la traición’, ‘La sombra del cazador’, ‘La gran estafa’, etc…-, cuyos mejores momentos están ligados a su crudo retrato de una realidad despreciable –la misma que ha hundido la economía de medio occidente- y los peores en su deambular narrativo, en su tibia funcionalidad y el escaso remate de su giros dramáticos. Por crear una comparación musical diríamos que éste es un thriller AOR, con un Gere que ofrece lo mejor de sí mismo y un atractivo reparto donde destaca por su belleza la joven actriz Brit Marling (ya nos enamoró en la sci-fi ‘Otra tierra’). La película se estrena el próximo viernes y en SensaCine hemos entrevistado tanto a Richard Gere como Susan Sarandon. Un derroche de glamour y buen karma.

    El fraude

    La segunda película (también de inminente estreno) que se ha proyectado de la Sección Oficial competitiva ha sido la cinta española 'Blancanieves (Blancanieves)' del cineasta bilbaíno Pablo Berger (‘Torremolinos 73’), probablemente la película con mejor boca-oreja de todo el cine español del 2012 (está preseleccionada para los Oscar junto a los films de Trueba y Alberto Rodríguez). Aún así: hay que verlo para creerlo. Berger ha firmado una de las películas más valientes (suicida: el jugarse el todo por el todo), talentosas (bizarro y grotesca como Tod Browning o Terry Gilliam) y sorprendentes del cine español de los últimos años. Rodada con estética de cine mudo –no como ‘The artist’, que era todo trampas funcionales, sino como lo haría un Guy Maddin sevillano-, la película reinventa la fábula de los hermanos Grimm situándola en el mundo taurino y plagándolo del costumbrismo hispánico más macabro y socarrón. Un cuento terrorífico y emocionante donde valen tanto los asesinatos a lo Clouzot como las sevillanas y la gastronomía que ha arrancado la ovación del público presente en el pase de prensa. Y es que prácticamente todo son aciertos en la película: filmada con un gusto exquisito, plagado de ideas visuales epatantes –encadenados a través de ojos, sombras que devoran personajes, sobreimpresiones a lo Cocteau-, con una cinética de montaje pluscuamperfecta (obra de Fernando Franco) y una banda sonora que puntúa cada plano, cada gesto, cada fundido a negro. Se quejaba un conocido crítico (me guardo el nombre) a la salida del pase de que ésta no era la película que representaba la España de la crisis. Una chorrada como un piano: a no ser que lo que él esperara es una secuela de ‘Los lunes al sol’, algo así como ‘Los martes también al sol’. Es probable que ‘Blancanieves’ sea sólo una fuga manierista, un gesto anecdótico que no sirva para conmocionar los cimientos del cine patrio, e incluso que esté lejos de la abstracción estética de las películas de Albert Serra; tanto me da. A mí me encanta que este –como el de Almodóvar o Isaki Lacuesta- sea el cine que nos represente, que nos defina. Y es que ésta es una película que avanzar el cine español y al que no le guste, pues bueno, nadie le impide reivindicar ‘Holmes & Watson. Madrid days’.

    Blancanieves

    Música de fondo: Ghostpoet.

    Alejandro G.Calvo

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