Momentos incómodos
Durante el rodaje del filme, Bill Murray se hallaba en pleno proceso de divorcio, lo cual afectaba enormemente a su estado de ánimo y le transformaba en una persona realmente neurótica. Así, cada vez que le entraban dudas sobre su papel, llamaba a Harold Ramis, incluso a altas horas de la noche, lo cual acabó provocando que el director se enfureciera y que ambos dejaran de hablarse durante varios años. Al menos, el pésimo estado de ánimo de Murray acabaría provocando que el sarcasmo y la amargura de su personaje fueran hiperrealistas.