La teniente O'Neil, Ghost (Más allá del amor), Striptease, Algunos hombres buenos... Demi Moore tiene algunos de los papeles más icónicos de Hollywood de las últimas décadas, pero pocos pensaron que tendría un futuro tan brillante cuando era una adolescente que acababa de abandonar sus estudios. Y es que Moore no tuvo una infancia fácil.
Su padre, Charles Harmon, abandonó a su familia antes de que ella naciera y, por lo tanto, no tiene su apellido, sino el de su padrastro, Daniel Guynes. Debido al trabajo de Guynes -vendedor de publicidad de los periódicos- tenían que mudarse de casa constantemente, por lo que terminaron viviendo en decenas de casas diferentes. Su madre, Victoria, tuvo muchos problemas con el alcohol, pero la gran tragedia no llegó a la familia hasta 1980, cuando Daniel se suicidó tras el divorcio de la pareja. La madre fallecería en 1998 a causa de un tumor cerebral.
Mientras era una niña, Moore tuvo varios problemas de salud. Se sometió a dos operaciones para corregir su estrabismo y sufría disfunción renal. Al cumplir los 16 años, ya asentada en California, decidió abandonar el instituto y convertirse en modelo, un paso que le acercaría a su futuro como actriz pero que le llevó a tomar algunas malas decisiones, como casarse a los 17 años con Freddy Morre. Sin embargo, fue en esa época donde conoció a Nastassja Kinski, quien le inspiró para comenzar a estudiar interpretación.
Tras conseguir el papel de Jackie Templeton en Hospital General, la actriz comenzó a consumir cocaína. Su adicción fue aumentando hasta que acudió en muy mal estado al rodaje de St. Elmo, punto de encuentro, película dirigida por Joel Schumacher. El director la expulsó de la grabación, lo que provocó que se replanteara su problema con las drogas y diese un giro de 180º a su vida. Unos años después llegaría Ghost (Más allá del amor) y Demi Moore se convertiría en una actriz conocida en todo el mundo.
