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    San Sebastián 2017: 'El secreto de Marrowbone' nos gana como metáfora de lo que hacemos por amor, pero desilusiona en su conclusión

    La rumano-francesa 'Pororoca' de Constantin Popescu, opción a tener en cuenta para la Concha de Oro. Fernando Franco dirige 'Morir', y Javier Gutiérrez y Malena Alterio nos sonrojan para bien con la serie 'Vergüenza' de Movistar+.

    El guionista de El orfanato, Lo imposible y Palmeras en la nieve Sergio G. Sánchez debuta detrás de las cámaras con El secreto de Marrowbone (Sección Oficial - Fuera de concurso), un cuidado relato, a medio camino entre la realidad, la fantasía y el cuento gótico, que cautiva por su poder metafórico sobre aquello que hacemos por amor. La historia gira en torno a Jack (George MacKay) y sus tres hermanos, más pequeños que él, que se ven obligados a vivir en la ruinosa granja Marrowbone con el añadido de que, para mantenerse juntos, nadie puede saber que su madre ha muerto prematuramente y los ha dejado solos.

    Se nota que Sánchez es guionista de J.A. Bayona, sobre todo en la construcción de un mundo infantil de realismo mágico en el que se pasean fantasmas y otras supersticiones, secretos ancestrales y maravillosos ritos de unión. El primogénito y sus parientes -Billy (Charlie Heaton), Jane (Mia Goth) y Sam (Matthew Stagg)- viven en una comunión idílica, instalada y apuntalada en placenteros paseos por la playa, interminables partidas con juegos de mesa y mensajes en código morse cargados de promesas con Allie (Anya Taylor-Joy), vecina de la familia.

    Más allá de su aire anticuado y de su sobrecarga y de su exceso melodramáticos -estos dos últimos también presentes en el cine de Bayona-, Marrowbone chirría y patina -pero con buena fe- cuando intenta masticar y desmenuzar una y otra vez todos esos ensueños y entelequias para distanciarse y hasta escapar de una conclusión puramente irreal. Y decimos con buena fe, porque lo hace, aunque deficientemente, para diferenciarse de títulos como el El orfanato.

    'Pororoca' hurga en las grietas de una familia perfecta

    Una película de más de dos horas y media el quinto día del Festival desafía la mismísima realidad y los ánimos y el aguante de cualquier cronista experimentado. Nos temíamos lo peor con Pororoca, del rumano Constantin Popescu (Portrait of the Fighter as a Young Man, Principles of Life), pero también hay que reconocer cuando uno se equivoca. El tercer largometraje de su autor se centra en la pareja formada por Cristina (Iulia Lumânare) y Tudor Ionescu (Bogdan Dumitrache) que, junto a sus dos hijos, Maria e Ilie, forman una familia feliz. Su vida da un giro de 180 grados cuando Maria desaparece en el parque una mañana de domingo.

    Popescu parece traducir en pantalla aquella frase adjudicada a Edgar Allan Poe que venía a decir que era inútil tener fe en la perfección humana. Los Ionescu son el ejemplo de la dicha y la prosperidad hasta que su pequeña se desvanece sin dejar rastro y su falsa fantasía comienza a agrietarse. El también guionista no atosiga a sus personajes en los primeros planos y respeta su intimidad distanciándose en otros para profundizar en su impotencia y su desamparo. La transformación del padre, un gran Dumitrache (Sieranevada) que involuciona de progenitor modelo a animal desastrado y con terribles paranoias, es especialmente espectacular.

    Con una Sección Oficial sin clara favorita y sin grandes sorpresas en esta 65ª edición -por lo menos de lo que llevamos visto-, la cinta rumano-francesa se coloca como una opción a tener muy en cuenta para alzarse con la Concha de Oro. Lo único que podemos achacarle al filme es su descuido en el desarrollo de la madre, que degenera en una voz acusadora y despechada al otro lado del teléfono. Su desenlace, brutal e inesperado, nos ha recordado a la polémica que se vivió el año pasado con la polaca Playground (Plac Zabaw) de Bartosz M. Kowalski.

    'Morir': Fernando Franco plasma el deterioro vital y romántico

    Fernando Franco (La herida) presenta en la Sección Oficial, Fuera de Concurso, Morir, una descarnada visión sobre la honda y alargada huella de la enfermedad y sobre el daño paulatino pero letal que ocasionan las mentiras, las acusaciones y el miedo. Luis (Andrés Gertrúdix) y Marta (Marian Álvarez) disfrutan de unas vacaciones, o eso parece, hasta que todo se detiene cuando él, sin ganas de seguir luchando, le confiesa a ella que sus pruebas médicas contenían malas noticias.

    Morir es enormemente rica en su detallada y elegante presentación del delicado equilibrio romántico frente a la calamidad, incluso en las relaciones más sólidas. El personaje interpretado por Álvarez es una auténtica delicia; en sus dudas, en sus gestos, y en su desmesurado esmero, que entran en fuerte conflicto con su libertad y su necesidad personales. Sin embargo, el papel de Andrés Gertrúdix se nos ha hecho insoportable por su ruindad y escasa empatía.

    'Vergüenza': Javier Gutiérrez y Malena Alterio ponen a prueba tu capacidad de enfrentarte al ridículo

    Por último, en Zabaltegui-Tabakalera, destacamos la serie de Movistar+ Vergüenza de Javier Cavestany (Gente en sitios) y Álvaro Fernández Amero (Las ovejas no pierden el tren) como guionistas y directores. En ella, Javier Gutiérrez y Malena Alterio hacen de Jesús y Nuria, un matrimonio que, a pesar de sus esfuerzos, está destinado a hacer el ridículo de la forma más humillante posible. La pregunta que sobrevuela sobre sus cabezas es la siguiente: ¿Se irá su patetismo como un resfriado o se enquistará y adoptará la forma de una afección endémica?

    Cínica, surrealista y prodigiosamente cotidiana -en la línea de Seinfeld y Curb Your Enthusiasm (Larry David)-, la comedia de Cavestany y Fernández Armero no tiene reparos a la hora de incomodar, humillar y poner al borde del precipicio no sólo a sus personajes, sino también a sus espectadores. La lucha de estos puede parecer anodina e insignificante a primera vista pero, si te fijas bien, su valor radica en que su conducta destructiva -con prejuicios, mensajes indecorosos y hasta calzoncillos sucios- se vuelve contagiosa porque nos vemos reflejados en ella.

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