Cuando lo barato justifica toda una película
Finalmente, la relación entre el dinero y el arte pocas veces han encontrado un punto en común tan extraño y estimulante como el que supuso El proyecto de la Bruja de Blair, estrenada en 1999. Ese año, los directores Daniel Myrick y Eduardo Sánchez escribieron un guión que se adaptara a su situación económica y que, siguiendo los dictados de Steven Spielberg, lograra ser terrorífico pese a todo. La utilización de cámaras caseras e imagen de baja fidelidad apuntalaban esta intención y, bueno, lo conseguían con creces, consolidando incluso todo un género: el 'found footage'.
Lo que nos lleva a la conclusión de que, de vez en cuando, el no tener dinero no quiere decir que no se pueda poner en marcha una película, sino que en ese caso habrá que pensar un poco mejor cómo hacer que esto no se note, y la película consiga convencer. Es, nuevamente, la magia del cine.