Revenge (Coralie Fargeat, 2017)
Desde el principio, la V Edición del Nocturna Madrid hizo gala de una selección de películas donde la presencia femenina y su protagonismo eran prácticamente constantes. Desde Feliz día de tu muerte a Most Beautiful Island, y omitiendo unas líneas de guión bastante desafortunadas de Matar a Dios, el tono feminista era manifiesto, pero no encontró una especie de cumbre hasta el pase de Revenge. Dirigida por una mujer, Coralie Fargeat, que ganó el Premio a Mejor Dirección y que, si el mundo fuera justo -que no lo es- debería convertirse muy pronto en la nueva Kathryn Bigelow.
M.E.S. Productions
Este film de producción francesa también ganó el Premio a Mejor Actriz para Matilda Lutz, quien se deja literalmente la piel para interpretar a la protagonista. Todo en un film que quizá tenga problemas en lo narrativo -dado lo sencillo y previsible de la propuesta- o en lo político -no parece muy adecuado que la cruzada empoderante de turno venga liderada por una protagonista hipersexualizada que va perdiendo ropa a medida que se desplaza por el desierto-, pero que hace gala de una puesta en escena tan asombrosamente potente que la arroja al pódium como mejor película del festival en opinión de quien esto suscribe. En serio, si tenéis oportunidad de verla, no os la perdáis.
I am the Doorway (Robin Kasparik, 2017)
Vivimos en una época de constante revalorización de Stephen King -una buena época-, como atestigua el reciente regreso de sus adaptaciones al cine de alto presupuesto. A I am the Doorway no podemos incluirla en el mismo grupo que la supertaquillera It, ni siquiera en el de la mucho mejor El juego de Gerald, de Netflix. I am the Doorway se basa en un relato incluido dentro de El umbral de la noche, y por eso lo natural es que fuera un cortometraje, y que dada su calidad tuviera que colarse en este especial.
Un cortometraje al que, sin embargo, no le importa tanto respetar la obra de King como construir en torno a ella un discurso formal propio. De hecho, I am the Doorway ni siquiera tiene diálogos; no los necesita, le basta con esa cantidad de ideas visuales que le lanza a un espectador que sencillamente no puede estar preparado para algo así. La cámara, así, pues, son los ojos de un protagonista que asiste impotente a cómo su cuerpo es tomado por una inteligencia alienígena, viendo el avance de ésta en unas manos que cada poco serán mostradas con un nuevo mini-infarto por parte del público. 16 minutos, por tanto, totalmente aterradores y sugestivos.
