
Baby Driver, de Edgar Wright
Musical de atracos de guante casi-blanco o thriller plagado de socarronería, lo cierto es que Baby Driver es un cocktail sobrado de mojo que le da tanto a la comedia romántica como a la acción posmoderna. Sabe reírse de sí misma y jugar con los trampantojos del cine mainstream americano con un descaro que, claro, sólo podría ser obra de un inglés. El mismo que nos voló la cabeza con Zombies Party o Arma fatal.