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    László Nemes: “En ‘Atardecer’ intento entender las fuerzas oscuras que moldean el mundo”

    El oscarizado director de ‘El hijo de Saúl’ regresa con un trabajo sobre los días previos a la Primera Guerra Mundial, igual de intenso y fascinante.

    El cineasta húngaro László Nemes se alzó con el Premio Oscar a la Mejor película de habla no inglesa con El hijo de Saúl (2015), una ambiciosa producción que seguía literalmente al protagonista por los corredores de un campo de exterminio nazi. Tras ese ejercicio sobre uno de los grandes horrores de la Historia, estrena ahora Atardecer, otra ambiciosa propuesta que de nuevo nos lleva a observar de manera inmersiva la tragedia de la historia en primera persona.

    La historia de Atardecer transcurre durante el año 1913 en Budapest (Hungría), donde Írisz Leiter (una hermética y fascinante Juli Jakab) trata de recuperar el legado familiar, una tienda de sombreros de sus padres ya fallecidos que ahora está en otras manos. Ahí, descubre que tiene un hermano que no sabía ni que existía.

    Yang Lei/Zuma Press/Bestimage

    Después de concursar en la sección oficial de la última Mostra de Venecia y en el Festival de Cine de Sevilla, Atardecer llega ahora a nuestras pantallas en lo que es uno de los grandes estrenos de cine europeo de 2019. Estuvimos con Nemes en Sevilla, donde pudimos conversar con el cineasta sobre su nuevo largometraje, sobre entender el cine como una experiencia inmersiva y extenuante, y sobre cómo la tecnología modela nuestra percepción del mundo. 

    En 'Atardecer’ propones una experiencia cinematográfica muy intensa a partir de una puesta en escena que ya pusiste en práctica en ‘El hijo de Saúl’: seguir a un personaje y contar lo que sucede a través de su mirada y de sus movimientos. ¿Qué te atrae tanto de la idea de seguir a un personaje inmerso en el caos de la historia?

    Lászlo Nemes – Casi nunca vemos en el cine representaciones subjetivas de las experiencias de los personajes de una historia. Y sí se puede, pero cada vez se hacen más y más películas como si siguiéramos un partido de futbol: la cámara siempre está donde debe estar, en el campo, siempre siguiendo la trama, como si no hubiera nada más interesante que ver. Y no es así, porque la manera en que percibimos el mundo los seres humanos es muy diferente de lo que el cine nos hace pensar. Con respecto a la Historia: me interesa hacer películas históricas que no siguen el patrón habitual, porque la Historia no sucede del modo en que las películas no han contado. Entendemos los hechos históricos siempre en retrospectiva, cuando ya han sucedido, pero en el momento de los hechos todo es más invisible. Y, ¿cómo es estar dentro y vivir esos acontecimientos que hoy consideramos históricos, que son más grandes que nosotros? Creo que Atardecer también habla de eso, de intentar entender las fuerzas oscuras e invisibles que moldean el mundo.

    A pesar las similitudes de ‘Atardecer’ con ‘El hijo de Saúl’ en materia de puesta en escena, en tu segundo largometraje notamos un trabajo de montaje más marcado, con unas elipsis narrativas más profundas. ¿Por qué pensaste que la historia de ‘Atardecer’ necesitaba ese trabajo de edición?

    Lászlo Nemes – En Atardecer nos encontramos en el interior de la confusión de la protagonista, en su laberinto interior y el montaje en Atardecer no sigue un mismo patrón de planos. Más bien es inesperado. La idea que teníamos para afrontar el montaje El hijo de Saúl tenía una directriz muy clara: cortar las largas tomas y montar las escenas cuando el protagonista digamos, empezaba a ver, cuando él quería empezar a ver. Pero en Atardecer estamos dentro de la cabeza de Irisz, quien, incansablemente, trata de ir retirando las capas y capas de información y significado del nuevo mundo al que se enfrenta. Pero, cuanto más lo intenta, más capas se encuentra. Atardecer es la historia de su obsesión por entender lo que le rodea, su historia y qué puede descubrir de sí misma. Ese es su viaje.

    Me interesa hacer películas históricas que no siguen el patrón habitual, porque la Historia no sucede del modo en que las películas no han contado. Todo es más invisible.

    Las interpretaciones de tus actores y actrices protagonistas son muy físicas e intensas, y en ‘Atardecer’, Juli Jakab, en el papel de Irisz, está impresionante. ¿Qué buscas en una actriz o un actor para que protagonice tus historias? 

    Lászlo Nemes – En realidad, estaba buscando a Irisz. Hicimos un gran casting en Hungría y aunque Juli fue de las primeras seleccionadas, tuvo que superar varias etapas hasta finalmente conseguir el papel. Si no recuerdo mal, estuvimos como un año porque era básico dar con la actriz adecuada. Irisz es alguien a quien no logras entender jamás. De algún modo, es un misterio incluso para sí misma. Y aunque parece muy inteligente y resolutiva, esconde una faceta muy oscura. En mi opinión, un tipo de carácter así es muy complicado de interpretar. Tienes que ser de esa manera para conocerlo y saber expresarlo de manera intuitiva. Desde hace un tiempo y con la implantación de los modelos de relatos televisivos, está de moda un tipo de interpretación muy emotiva, para a mí me interesa justo lo contrario, las actuaciones de tipo bressoniano. Porque lo que busco es explorar el misterio y trabajar esas fuerzas invisibles que mueven a los personajes. 

    Ad Vitam

    En ocasiones es complicado entender algunas decisiones de Irisz en ‘Atardecer’.

    Lászlo Nemes – Es un personaje obsesivo. Nada puede pararla y creo realmente haber llegado a lograr una cierta intimidad con el personaje, a su psicología. Ella se resiste a que todo sea sencillo. Al ver de nuevo Atardecer anoche, sentí algo perturbador: que ella de repente sabía mucho más, que de repente inconscientemente sabía más de lo que sabe cuando está pululando por la película. Tuve esa sensación y creo que los espectadores lo pueden notar, hasta el punto de situarles en un lugar muy inquietante.

    De nuevo en ‘Atardecer’ el trabajo con la cámara es sobrecogedor, desde la coreografía a la que sometes cada una de las escenas a la fotografía en las escenas nocturnas. Cuéntanos cómo planificaste el aspecto visual con Mátyás Erdély, el director de foto de la película.  

    Lászlo Nemes – ¡Las escenas nocturnas fueron muy complicadas! Fue un trabajo agotador, porque la cámara se mueve mucho en esas escenas y los directores de foto no suelen ser tan precisos con la cámara en tomas nocturnas que exigen tanto movimiento. Fue un gran reto muy exigente para Mátyás, pero él se implicó muchísimo, ya desde el período de escritura del guion. Antes de ponernos con cada escena, nos preguntábamos cuál era el propósito de esa toma, los motivos para hacerla y porqué de esa manera. No suelo hacer storyboards, pero sí dibujo las posiciones de la cámara y de los actores antes de comenzar a grabar, para que se note lo mínimo cuando se comienza a grabar, y en Atardecer era esencial saber las posiciones de manera clara, porque nuestro objetivo era plasmar un mundo en movimiento constante, que nunca para, como si fuera circular. Otro de nuestros objetivos era poder plasmar esa idea de cotidianeidad, del día a día, y al mismo tiempo, mostrar un mundo sofisticado, aunque sin cargar los decorados o las texturas. Por ejemplo, no hay luces artificiales ni ningún otro tipo de artificios más propios del cine de época de Hollywood. Creo que Atardecer es una película bella, pero no es un tipo de belleza de planos perfectos.

    A lo largo de 200 años hemos pensado que la Historia es un continuo que progresa, pero yo no lo veo de esa manera. Por eso en 'Atardecer' hablo de la Historia como algo circular, que regresa para crear y destruir civilizaciones.

    ‘Atardecer’ es una película en constante movimiento, como dices. Habla de la caída de un Imperio, pero también del nacimiento del mundo moderno tal y como lo conocemos, con el desarrollo de la tecnología (trenes, coches, cine) o el crecimiento de las nuevas ciudades. ¿Tenías claro que querías poner en relación esos dos paradigmas?

    Lászlo Nemes – Sí, completamente. En Atardecer vemos el caos de un mundo que se estaba formando rapidísimamente: todas esas caras desconocidas de la gente de la ciudad, el ruido, el dinamismo. Nada está quieto en el Budapest de esos años, como tampoco en el continente. Europa se encuentra asimismo inmersa en un viaje frenético de invenciones y logros, sean artísticos, científicos o tecnológicos. Todo se está moviendo y, a pesar de ello, nadie consigue ver las fuerzas oscuras destructoras que van a acabar destruyéndolo todo. Hay una emoción ominosa y siniestra en Atardecer. Sabes que algo puede ocurrir, que ese mundo está a la espera de algo. 

    En 2018 se celebró el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, y con un contexto político actual de fricciones y de auge de la ultraderecha, ¿en qué lugar sitúas ‘Atardecer’, una película que habla de los conflictos sociales y nacionales previos a la Gran Guerra?

    Lászlo Nemes – Bueno, no he querido acercarme a los acontecimientos históricos de la manera más habitual. Como te decía, me interesan estas fuerzas oscuras e invisibles que moldean el devenir histórico y no tanto los grandes hechos y los titulares de los periódicos. Creo que la Historia sucede de manera más invisible, aunque sin duda, también estoy convencido que actualmente nos encontramos en un momento histórico a la espera de que suceda algo. Cuando empecé el proyecto de Atardecer, investigamos en archivos y dimos con postales, cartelería, pinturas, y otro tipo de imágenes de trincheras, soldados y campos de batalla en las que aparecía, en el fondo y como flotando, un coloso amenazante. Viendo esas imágenes hoy, te das cuenta de lo mucho que se deseaba el conflicto. Es realmente siniestro, la verdad, pero, ¿qué se puede hacer con la humanidad cuando existe un deseo destructor tan potente? Ahora mismo nos encontramos en un momento peligroso y no somos suficientemente conscientes de ello. A lo largo de 200 años hemos pensado que la Historia es un continuo que progresa, pero yo no lo veo de esa manera. Por eso en Atardecer hablo de la Historia como algo circular, que regresa para crear y destruir civilizaciones.  

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