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    Lucía Alemany: "En 'La inocencia', fue clave ir de la mano con mi protagonista, Carmen Arrufat"

    La cineasta estrena su ópera prima, sobre una adolescente que se queda embarazada un verano, y cinta por la que su protagonista opta al Goya a la mejor actriz revelación.

    En los últimos años, el cine español está dando la bienvenida a un buen número de jóvenes mujeres cineastas que están renovando el panorama. La inocencia, de Lucía Alemany, es otro estupendo ejemplo de la creatividad y talento narrativo de la cantera patria, porque esta cinta sobre una chica de un pueblo que se queda embarazada durante un verano captura con frescura y detallismo las emociones de su protagonista, así como la atmósfera cerrada de esa pequeña localidad del Mediterráneo. La inocencia es también el debut de la joven actriz Carmen Arrufat, que opta, por cierto, al Goya a la Mejor actriz revelación por este papel. 

    Presentada mundialmente en el Festival de San Sebastián 2019, como concursante en la sección de Nuevos Directores, y Mejor película en Abycine 2019, La inocencia llega a salas españolas este viernes 10 de enero de 2020. Con motivo de su estreno, hemos podido conversar con Lucía Alemany y Carmen Arrufat sobre detalles de la producción. ¡No os perdáis la entrevista a continuación!

    Sophie Koehler

    ¿De dónde nace ‘La inocencia’, tu debut en el largometraje?

    Lucía Alemany– Surge de un embrión, que es el cortometraje que realicé, llamado 14 años y un día. En realidad, todo viene de mi obsesión con el realismo, que nació cuando estudiaba cine en la ESCAC. Había visto Wasp (2003) y Fish Tank (2009), de Andrea Arnold, y me cambiaron la vida. De alguna manera, me sentí muy identificada, porque encontré en ese cine mucha verdad y mucha belleza a la vez. En el ámbito del realismo en el cine, está Ken Loach como referente pero, claro, para mí Ken Loach no es el paradigma de lo estético. Así que empecé a probar cosas, con actores no profesionales, con historias comunes, y fue entonces cuando me pregunté: ¿qué es aquello que me puede diferenciar del resto de cineastas? ¿Qué puedo contar que sea mío, muy propio de mí? Y ahí fue cuando tuve claro que tenía que ir al pueblo.

    ¿Fue dificultoso el proceso de adaptar el corto a la película?

    Lucía Alemany– Tras volver del pueblo con el corto, todo fue rodado. De ahí justo nace la peli. Cuando le presenté el corto al productor Juan Gordon, me dijo que le alucinó y que veía de ahí una película, porque respiraba verdad y tenía mucha alma. Así que nos pusimos manos a la obra y marcamos unas bases de trabajo muy concretas, porque tenía claro que no iba a ser un rodaje convencional. Una de las primeras cosas que sabíamos era que la actriz protagonista no tenía que ser una actriz con un recorrido cinematográfico, porque yo estaba buscando a alguien que me dejara moldearla a mi manera.

    ¿Cómo fue ese primer ‘match’ entre directora y actriz protagonista?

    Carmen Arrufat–Yo estudiaba interpretación en Castellón y vimos el casting. Ahora no estoy segura, pero creo que fue uno de los primeros castings al que pude acceder, porque se suele pedir actrices que tengan 18 años y este en concreto era para mayores de 16. En su momento no tenía muy claro si presentarme, pero una amiga mía me convenció. Me dijo ‘Mira, yo me he presentado. Me han dicho que no, pero preséntate porque tiene muy buena pinta’. Así que nada, envíe un vídeo –que grabé como unas 15 veces, por lo menos–. Y de cómo me enteré que me seleccionaron me acuerdo perfectamente. Al cabo de tres tres o cuatro días, estaba en la cama trabajando y…, y es que me acuerdo perfectamente de tus palabras:  yo era exactamente lo que estabais buscando.

    Lucía Alemany– Creo que recibí como unos 200 videos y era algo frustrante, porque no acaba de llegar la persona que cumplía los requisitos. Rodábamos en dos meses y estaba de los nervios. El perfil era muy particular: tenía que ser deportista y que hablara valenciano. Pero cuando vi el vídeo de Carmen, fue verla en la plaza, en el pueblo, con los amigos. Luego tenía que pasar el proceso de casting, pero descubrirla fue un chute. Me encantó la mirada de Carmen. En el vídeo, mirándole los ojos, me pareció muy pequeñita. Luego ella es bastante más alta y me sorprendí cuando la vi entrar en el casting. Ya al verla a través de cámara, desnudándose emocionalmente y hablándome de su vida, lo clavó.

    Carmen Arrufat– Había hecho algún casting, pero no es algo a lo que estaba acostumbrada. En ese momento me dije: ‘tengo que pasármelo bien’. Estaba nerviosa al llegar, pero después sentí mucha calma, me sentí muy a gusto.

    ‘La inocencia’ es vuestro debut en el largometraje, como directora y como actriz. ¿Cómo gestionasteis las dificultades de la primera vez?

    Lucía Alemany– La clave es ir de la mano. Obviamente, yo cometí mis fallos y ella los suyos, pero la única solución era ir de la mano. Es decir, escuchar y dejarse llevar. Teníamos que confiar, porque al final son sus emociones las que protagonizan la película y, en ese sentido, yo tampoco sabía dónde iba a llegar, porque con emociones que nacen de propia intimidad. Y ella se estaba abriendo, tampoco sabía del todo si Carmen tenía el control absoluto de hasta dónde llegar. Ya en la última semana, me acuerdo que me dijo: ‘ya tengo la técnica’. Todo fue un proceso de aprendizaje muy interesante. 

    ¿El rodaje de ‘La inocencia’ fue cronológico?

    Lucía Alemany– ¡Ojalá! Ese era uno de los requisitos que nunca se me cumplió. Mi ayudante de dirección me decía, ‘¿tú te crees que estás en Hollywood?’. [risas]

    Sophie Koehler

    El arco narrativo de Lis es muy potente, porque el proceso de maduración que narras en la película es palpable y complicado. La protagonista pasa por momentos muy duros. En fin, un embarazo adolescente no es fácil de gestionar y la angustia que siente Lis traspasa la pantalla.

    Lucía Alemany– ¡Me daba pánico pensar cómo Carmen entendería el momento en que Lis le dice a su madre que está embarazada. Ahora me gustó mucho.

    Carmen Arrufat– Ahora recuerdo cómo era yo los primeros días del rodaje y, en este momento te digo, actuando, que estoy embarazada y no te lo crees.

    Lucía Alemany– La clave fue olvidarnos de que estabas embarazada y tratar de sentir que se sentiría si se estuviese embarazada. Es esa impotencia al sentir algo que es irreversible. A veces intentamos intelectualizar las emociones y no es necesario. Al final, lo único que se tiene que hacer es sentir.

    En ‘La inocencia’ trabajas en tu pueblo, Traiguera (Castellón) y con actores profesionales y no profesionales. Cuéntanos cómo orquestaste esa mezcla de un escenario tan personal y este proyecto profesional.

    Lucía Alemany– Rodar en mi pueblo era un valor añadido, porque mis vecinos se entregaron al cien por cien. De hecho, el primer acto de la película es casi un documental de lo que estaba sucediendo. El pueblo estaba de fiesta y nosotros simplemente lo filmamos. Sobre el trabajo con actores no profesionales, teníamos que estructurar la producción a su favor: no había marcas de focos, la luz era envolvente, los decorados eran completos, de 360 grados. Indicarles las directrices fue después sencillo: ellos tenían que hacer y ser como son siempre. No tenían que aprender líneas, sino vivir las escena, siempre de principio a fin. Para mí no fue complicado, a diferencia de la cuestión de la maquinaria del cine: el equipo humano y técnico. Pero eso es otra historia.

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