Incluso en un programa a veces tan abyecto como Crónicas Marcianas había lugar para la divulgación científica y cultural, aunque parezca mentira. Carlos Blanco hacía aparición en el plató donde justo antes habían pasado algunos personajes motivo de mofa para los allí presentes -o algún forense o criminólogo o vaya usted a saber para hablar sobre algún crimen aberrante- y comentaba hechos históricos con una naturalidad pasmosa, aunque también con un fondo de niño un tanto repelente, todo hay que decirlo.
Tenía solo 12 años y dominaba disciplinas como la filosofía, la historia y, sobre todo, la egiptología. Con un cociente intelectual de 160 -el promedio normal es de entre 110 y 119-, a los 15 años Blanco ingresó en la universidad para estudiar, de manera simultánea, Filosofía, Química y Teología, obteniendo sendos doctorados en Filosofía y Teología.
Se convirtió en el egiptólogo más joven de Europa. Cada vez que aparecía en Crónicas Marcianas, el comentario era el mismo: ¿Cómo puede este niño saber tanto?
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Ahora tiene 39 años y es profesor universitario
Ahora, claro, ese niño se ha convertido en un adulto hecho y derecho. Actualmente tiene 39 años y es profesor titular en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, además de haber colaborado con instituciones académicas internacionales como la Universidad de Oxford. Además, ha sido elegido miembro de la World Academy of Art and Science y de la Academia Europea de Ciencias y Artes.
Sin embargo, la sombra del pasado es alargada. En más de una ocasión, Blanco ha declarado su deseo en ser valorado por su labor actual y no por 'ese niño friki que sabía tanto y que salía en el programa aquel de Crónicas'. Su trabajo actual se centra en la docencia, la investigación y la divulgación en campos como la Filosofía, las religiones y la historia de las civilizaciones, con especial apego, claro, por Egipto.
Es un reputado pensador, habla más de seis idiomas y ha publicado más de 30 libros. Se le reconoce actualmente como una persona humilde que ha dedicado su vida entera al conocimiento, la enseñanza y la reflexión filosófica.
En resumen, actualmente Blanco se dedica a su pasión: enseñar y divulgar. Ha pasado de ser un mero 'friki' televisivo a consolidarse como uno de los académicos más reputados en nuestro país, alejado totalmente de la vida pública y centrado en la investigación, la divulgación y la docencia universitaria. Bravo por él.