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    La desaparición de Elisa Lam en el hotel Cecil: Todo lo que está mal en la serie de Netflix

    El nuevo 'true crime' de la plataforma de 'streaming' tiene todos los ingredientes para enganchar al público: una inocente protagonista, un lugar lleno de secretos y mucho suspense.

    Escena del Crimen: Desaparición en el Hotel Cecil, el documental de Netflix sobre el caso de Elisa Lam, nos quiere contar una historia que nunca ocurrió. Siguiendo su tendencia más reciente de explotar el género 'true crime', la plataforma indaga en uno de los vídeos más virales y extraños que se han compartido en internet en los últimos años y lo que consigue es una serie demasiado larga y rebuscada para lo que ocurrió en realidad.

    Cuidado, a partir de aquí contamos 'spoilers' de la desaparición de Elisa Lam, no sigas leyendo si no quieres conocer el final antes de tiempo.

    Contado de manera muy breve, Elisa Lam desapareció, la policía de Los Angeles publicó el extraño vídeo de la última vez que se la vio con vida, su cadáver apareció en uno de los tanques de agua del hotel y, meses después, se determinó que había sido una muerte accidente. Probablemente causada por un brote del trastorno bipolar que padecía.

    Policía vs. ciberinvestigadores

    Entre medias, la serie da muchas vueltas entre las teorías de internet, la labor de los ciberinvestigadores y el tétrico pasado del hotel Cecil. No hay duda de que lo que hace especial a la historia es la cantidad de sincronicidades que rodean la muerte de Elisa Lam -sí, yo también me quedé sin palabras cuando cuentan que la prueba para la tuberculosis se llama LAM-ELISA y lo parecido del caso con la película Dark Water- pero la serie da demasiada importancia a la opinión de unos fanáticos de internet y la investigación real queda completamente desdibujada.

    Casi presenta a los policías como una caricatura de ellos mismos, con una investigación que se les queda grande y muchas pistas que se quedan por el camino. Como si los ciberinvestigadores fuesen los que conocían la verdad y pudiesen dar un vuelco en el caso, algo que no ocurre. La culpa de todo la tiene, principalmente, el hecho de que no fuesen capaces de encontrar a Elisa antes. El cuerpo de la joven apareció 19 días después de que su familia alertase a las autoridades de su desaparición, a pesar de que los agentes inspeccionaron la azotea y usaron perros para seguir su rastro. 

    El suspense en detrimento de la verdad

    Dar tanta cancha a las opiniones de los ciberinvestgadores ayuda a potenciar el suspense de la serie, pero resta credibilidad. En la narrativa de los hechos, se esconden detalles muy importantes que zanjarían el documental tras sus 2 primeros episodios y se pone mucho énfasis en construir un ambiente casi de terror. Ese hotel maldito, cuna de los crímenes más violentos y con una víctima inocente que es asesinada de forma misteriosa. Pero no, eso no fue lo que pasó en la realidad. 

    Esta intención se ve principalmente en dos elementos: el vídeo y la escotilla.

    El vídeo: la piedra angular del documental

    Escena del Crimen: Desaparición en el Hotel Cecil se desarrolla en torno al vídeo del ascensor de forma clara. Es la piedra angular del gran misterio que intenta desvelar. Al fin y al cabo, fue el objeto de deseo de los ciberinvestigadores durante muchos meses. Analizaron cada detalle de esos cuatro minutos: la velocidad de la imagen, la hora tapada, los gestos de la protagonista, el corte que parece haber en determinado momento... Con el informe policial sin publicar -se retrasó varios meses- las imágenes de la víctima fueron escrutadas concienzudamente.

    El documental plantea toda una serie de teorías en torno al comportamiento de la joven, desde que estaba drogada hasta que alguien la perseguía o que el hotel está encantado. La verdad era mucho más sencilla. Elisa sufría un trastorno bipolar para el que se medicaba. Había dejado de tomar las pastillas en otras ocasiones y, al igual que lo que supuestamente le pasó el fatídico 1 de febrero de 2013, había sufrido brotes que la hacían tener alucinaciones. 

    La escotilla: el gran detalle que no revelan

    Pero, sin duda, donde se nota que los creadores han ocultado detalles significativos es con la escotilla del tanque. Al comienzo de la historia, cuando se revela que el cuerpo de Elisa Lam estaba en el tanque de agua, se da el dato de que la escotilla estaba cerrada. Es muy importante, ya que es la pista definitiva de que se trata de un asesinato y no de una muerte accidental. Sin embargo, en los últimos minutos del documental se revela que, en realidad, estaba abierta.

    De manera consciente, el documental oculta un detalle que habría dejado al espectador dudando si lo de Elisa Lam era un asesinato o un accidente. Funciona a la perfección como serie de misterio, pero no como documental, ya que engaña acerca de los hechos.

    En definitiva, Escena del Crimen: Desaparición en el Hotel Cecil es un producto adictivo y un 'guilty pleasure' en toda regla. Es imposible terminar un episodio y no estar pensando en el siguiente, pero todo el universo que crean a lo largo de los cuatro capítulos se desinfla rápidamente con la revelación final. Poniendo tanto peso en los ciberinvestigadores, parece que van a desvelar un detalle importante en la investigación que la policía pasó por alto. Pero todo termina siendo una historia terrenal, sin asesinos en serie, fantasmas o drogas. Solo una terrible serie de casualidades que llevaron a la muerte a Elisa Lam.

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