A sus 80 años, el artista queer Lulla La Polaca sigue aferrado a la pasión por la vida, el arte y el amor. Aunque su alma sigue vibrante, su cuerpo envejecido le recuerda que el tiempo no se detiene. Entre la nostalgia y la esperanza, Lulla se enfrenta a sus propias limitaciones con valentía, buscando en el baile y el juego la esencia de su ser.
Mientras coquetea con la muerte, su deseo de amar y ser amado sigue intacto, en una lucha conmovedora por mantener viva la chispa que siempre lo ha definido.