El 23 de octubre de 1980, una explosión de gas en el colegio público de Ortuella, en la provincia de Vizcaya, dejó 53 víctimas, la mayoría niños. La tragedia marcó para siempre a familias enteras, como la de Nicasio, un anciano que todos los jueves sin excepción visita la tumba de su nieto.
Esta historia conmovedora mezcla el dolor de la pérdida con una profunda exploración emocional y psicológica, mostrando cómo una comunidad sigue afrontando las cicatrices de un suceso que estremeció a todo un país.