Con la guerra en Ucrania intensificándose, el presidente Joe Biden persuade a Jens Stoltenberg para extender un año más su mandato como secretario general de la OTAN, reafirmando el compromiso de apoyar a Ucrania “el tiempo que sea necesario”.
Sin embargo, mientras el conflicto se alarga, el respaldo de Occidente comienza a resquebrajarse y surgen tensiones entre los aliados. La unidad de la Alianza se pone a prueba, y la promesa de apoyo incondicional queda en entredicho, enfrentando a los líderes a decisiones cruciales en un escenario geopolítico cada vez más incierto.