Luna ilumina sin tener luz propia. Es testigo silenciosa de todo lo que ocurre, aunque en ella nada sucede. Cada noche aparece en el cielo, repetitiva y solitaria, esperando, en vano, llenar el vacío que la habita.
Este relato poético y melancólico nos invita a reflexionar sobre la existencia, la soledad y el anhelo de sentido, a través de la figura de una Luna que observa, acompaña y desea, pero permanece inmutable, vacía y distante en su eterno ciclo nocturno.