Un sábado de abril, mientras la sombra de la montaña se alarga con el atardecer, cinco chavales se preparan para una noche que parece de otra época: tienen alcohol, un coche y música, aunque la discoteca lleve años cerrada.
A través del humor, la crítica política, la nostalgia por una cultura popular desaparecida y sutiles toques de ciencia ficción, este cortometraje de Ibarra retrata una juventud suspendida entre el pasado y el futuro. Celebrado en numerosos festivales, es una de las piezas más destacadas del año.