En un clásico barrio portugués, donde la rutina y la opresión marcan el ritmo diario, una flor surge como símbolo de resistencia y ternura. Delicada pero revolucionaria, encarna un acto de amor silencioso en medio de la asfixia cotidiana.
Mientras sueña despierta con relaciones imposibles, su presencia rompe con lo establecido y da lugar a nuevas posibilidades de conexión y esperanza. Esta historia retrata cómo lo frágil puede ser también profundamente transformador, abriendo grietas de luz en los rincones más cerrados de la vida urbana.