Teo y sus amigos creen estar alejados de las formas más tóxicas de masculinidad, pero sus juegos se convierten en excusas para ejercer violencia entre ellos. Sin medir las consecuencias ni el espacio que ocupan, sus dinámicas se intensifican hasta que un día llevan el juego al límite.
La historia explora cómo la competitividad, la presión social y la falta de reflexión sobre los propios actos pueden derivar en conflictos graves, mostrando la delgada línea entre diversión y agresión y cuestionando los modelos de comportamiento que los jóvenes replican en sus relaciones cotidianas.