Leo y Lorea se han amado, tal vez aún se quieran, pero tras cinco años su relación se ha roto. Él, marcado por la enfermedad de su padre y una desconexión emocional difícil de sobrellevar, se debate entre el deber y el vacío.
Ella, atrapada en trabajos mal pagados y crisis constantes, busca reconstruirse sin un rumbo claro. Ambos son reflejo de una generación cansada, marcada por la precariedad, las deudas emocionales y la sensación de llegar tarde a todo: al amor, a la estabilidad, a la madurez y a la calma que nunca parece que llega.