Crítica de SensaCine.com para Vuelve Colmillo Blanco: Del perro-lobo a la tribu

Tres años después de que un veinteañero Ethan Hawke interpretara Colmillo Blanco, adaptación para la gran pantalla de la célebre novela del norteamericano Jack London, Disney quiso aprovechar el tirón en taquilla de aquella y se sacó de la manga una segunda parte que pocos sesos se devanó para prolongar el original. Vuelve Colmillo Blanco resultó ser, además, una secuela poco interesante. El testigo de Hawke lo tomó el canadiense Scott Bairstow, cuyo personaje heredaba del de Hawke un yacimiento en el Yukón y al célebre can. De la labor del realizador Randal Kleiser (Grease) se encargó un más televisivo Ken Olin en esta segunda parte.

En esta segunda entrega, y tras un accidente en canoa, el perro-lobo Colmillo Blanco pierde de vista a su dueño, el joven Henry Casey, que es salvado por una princesa india cuya tribu cree que Henry es un enviado con poderes para paliar la hambruna que les asola. Entre medias se cruzará el religioso al que da vida Alfred Molina, en un personaje bastante anecdótico, adjetivo que le viene como un guante al filme en conjunto.

A favor: Quedarse embelesado por el carisma, reacciones y belleza del animal.

En contra: Su trama es una simple excusa para aprovechar el tirón de Colmillo Blanco entre un público familiar e infantil, pero como película de aventuras es aburrida y poco interesante.