Crítica de SensaCine.com para Éxtasis: No sin mi hijo

La década de los noventa fue crucial en España para que se produjera el relevo generacional tras las cámaras dentro del mundo del cine. Se cambió la manera de hacer películas, se introdujeron nuevos temas, se perdieron los complejos. Directores de una misma generación, todos nacidos a finales de los años cincuenta, como Enrique Urbizu, Julio Medem y Mariano Barroso, este último director de Éxtasis, se atrevieron a hacer películas diferentes que buscaban un público nuevo.

Todo un acontecimiento el año de su estreno (estuvo en la sección oficial-competitiva del 46 Festival de Cine de Berlín), el segundo filme de Barroso es un drama con ribetes de thriller psicológico impulsado por el duelo interpretativo de dos actores en llamas; por un lado un descarado y jovencísimo Javier Bardem, y por otro un totémico Federico Luppi. Dejando de lado este duelo, en el guión también hay sitio para trazar un lúcido paralelismo entre la representación y la vida real a través del mundo teatro.

A favor: Federico Luppi, una fuerza de la naturaleza

En contra: un happy end algo forzado