Crítica de SensaCine.com para Un plan sencillo: Sobre la idiotez humana

En 1995 la carrera de Sam Raimi cambia de forma radical con el western "Rápida y mortal", una producción tan solo (y parcialmente) divertida al servicio de Sharon Stone pero que nada tenía que ver con la carrera que el cineasta había ido construyendo desde comienzos de la década de 1980. Del terror de serie B al western también de serie B para en 1998 adentrarse en el thriller con "Un plan sencillo", que precede a su película más extraña, el drama deportivo "Entre el juego y el amor".

Mediante una producción tan comedida como en sus películas de terror de los ochenta y primeros noventa, Raimi realiza una película de mórbido e inquietante suspense en el que a través del trabajo con un puñado de actores y una simple, aunque compleja en el fondo, situación, el cineasta se adentra en el lado más oscuro del ser humano para trazar una mirada sobre la América profunda basada en la sordidez de los comportamientos y en la miseria humana cuando los intereses y los egoísmos personales se imponen. Con la ayuda de un plantel actoral magnífico (sobre todo destaca Billy Bob Thornton), el guion de Scott Smith y la música de Elfman, Raimi crea una de sus mejores películas –si no la mejor-, cuyo modelo, más o menos, intentó después desarrollar en "Premonición" sin tanta fortuna (aunque se trata de una obra muy loable), ambas películas conforman un díptico muy interesante del director, pero, en realidad, "Un plan sencillo" hermana a la perfección con Fargo (no por casualidad las carreras de los hermanos Coen y la de Raimi estuvieron desde pronto unidas, firmando guiones conjuntos), con la que comparte un sendo retrato en blanco (por la nieve) de lo más oscuro del ser humano.

A favor: El trabajo de Raimi y los actores, la atmósfera sórdida que se crea pero también la ironía implícita en toda la película.

En contra: Casi nada, aunque posee una cierta sutileza que puede no ser entendida.