La muerte no miente

El investigador privado Eddie Mallard es contratado por un adinerado ejecutivo para que ponga freno al acoso que sufre por parte de su esposa Rachel Carlyle. Ella sólo desea recuperar unas joyas que su marido le regaló, y no habría mayor inconveniente si se tratase del reparto de bienes de un divorcio y su marido cediera a las pretensiones de su ex-esposa, pero resulta que ni él quiere darle lo que considera que es suyo ni ella va a cejar en su empeño de recuperarlo, porque está muerta y los fantasmas son muy difíciles de convencer. Rachel pidió que a su muerte fuera enterrada desnuda con la única compañía de sus joyas, a lo que accedió en primera instancia su marido, para cambiar muy pronto de opinión, no era cuestión de tirar el dinero. Eddie es un tanto escéptico sobre el tema de tratar con un ser de ultratumba pero aún así acepta el caso.